Ya era hora que un hijo de la tierra de los Libertadores pudiera levantar la copa que lleva su nombre. Alejandro Guerra entró en los libros de historia, no en un campo de batalla, como Simón Bolívar y otros héroes venezolanos, sino en uno de fútbol. Y de qué manera.
“El Lobito” alzó la Copa Libertadores de América con el Atlético Nacional colombiano, luego del triunfo 1-0 (global 2-1) en la final del torneo ante el Independiente del Valle ecuatoriano, la noche del miércoles.
“Contentísimo, emocionado por el trabajo de todos los muchachos. Esto hay que disfrutarlo (…) Soy un privilegiado de estar con tantas figuras. (En Venezuela) estamos pasando por un momento difícil, esto es para todos los venezolanos, porque sé que hay mucha gente que me apoya”, indicó el mediocampista, autor de tres goles en el torneo, al término del encuentro en el estadio Atanasio Girardot.
Con la bandera venezolana amarrada al cuello, el caraqueño (31 años) completó lo que Rafael Dudamel, entonces arquero y hoy seleccionador vinotinto, no pudo lograr en 1999: ser el primer criollo en conquistar la Libertadores. En aquel momento fue el líder del Deportivo Cali que cayó en penales con el Palmeiras.
El timonel criollo envió sus felicitaciones al volante, a través de un comunicado: “Me uno al orgullo que siente todo el país por la consecución de este título internacional, único para un jugador venezolano (…) Ha mostrado durante toda su estadía en Nacional que es un jugador diferente, un jugador completo, un jugador polifuncional. Ha dado muestras de madurez muy grandes”.
Producto de las categorías juveniles del Caracas FC, Guerra vivió el fútbol desde su niñez en Lomas de Urdaneta, un sector popular de la capital venezolana. Allí le conoció el que sería su técnico en la selección venezolana sub 20, Nelson Carrero.
“Nació con esa naturalidad. Su papá compartió con nosotros, lamentablemente falleció en un accidente. Él vivía en el bloque 4 y yo en el bloque 3. Era el más niño de todos, pero ya mostraba la calidad en un campo lleno de piedras”, recordó Carrero, hoy miembro de la Federación Venezolana de Fútbol, en conversación con PANORAMA.
“Decía yo: ‘Si ese niño domina la pelota como la domina en ese piedrero, ponlo en una mesa de billar, que será mucho mejor”, señaló el técnico caraqueño. “No me equivoqué cuando dije que sería un jugador importante para nuestro país (…) Como futbolista era muy bueno, como persona es extraordinario”.
El asesinato de su hermano Armando en 2008 le dio otro sentido a la vida de Alejandro, como lo confesó en una entrevista con el diario El Colombiano. “Son obstáculos que uno tiene en el camino (…) luego de su muerte antes de los juegos rezo mucho y siento a mi hermano conmigo. Me tatué su nombre en el brazo derecho para siempre llevarlo a mi lado”, afirmó el capitalino. “Armando, hermanos por siempre”, está en su piel.
En la noche antioqueña del Atanasio Girardot celebró con sus pilares, su esposa Cris Espejo y sus hijos, Cleverson y Azael. También tuvo en su mente a su madre, Rosa. “Ellos siempre están pendientes de mí y eso me da tranquilidad para dedicarme al trabajo”, apuntó el mediocampista en la nota con el periódico colombiano.
Richard Páez Monzón hizo debutar a Guerra en la selección de mayores, en un amistoso perdido ante México 1-0 en 2006. “Era un jugador que al principio era muy atropellado”, rememoró Páez en una conversación con este diario, “que quería hacer la jugada con mucho vértigo e impulsividad, que a veces no sabía escoger la jugada efectiva en la ejecución de la jugada. Pero fue madurando y ahora consigue interpretar, dosifica el esfuerzo pero sin dejar de ser muy atrevido, con una picardía futbolística innata”.
“Este ejemplo como jugador principal del equipo campeón de América es contundente: el fútbol venezolano debe ir la búsqueda de logros que parecen imposibles, bajo la visión de la experiencia o de la lógica nuestra”, recalcó el merideño, seleccionador vinotinto entre 2001 y 2007 y actual candidato a la presidencia de la Federación Venezolana de Fútbol. “Que un jugador como él esté en un club campeón es fundamental, pero tiene que servir como un ejemplo real de que un equipo venezolano puede ser campeón de América en Copa Libertadores”.
Guerra ahora apunta más lejos. Quiere disputar el Mundial de Clubes de la Fifa en 2016, para ser el primer vinotinto en hacerlo –previamente estuvo Jeffren Suárez con el Barcelona, pero aún no había vestido la camiseta de la selección nacional-. ¿Levantar la copa mundial? ¿Por qué no? Será otro hito para él y para Venezuela.
“El Lobito” alzó la Copa Libertadores de América con el Atlético Nacional colombiano, luego del triunfo 1-0 (global 2-1) en la final del torneo ante el Independiente del Valle ecuatoriano, la noche del miércoles.
“Contentísimo, emocionado por el trabajo de todos los muchachos. Esto hay que disfrutarlo (…) Soy un privilegiado de estar con tantas figuras. (En Venezuela) estamos pasando por un momento difícil, esto es para todos los venezolanos, porque sé que hay mucha gente que me apoya”, indicó el mediocampista, autor de tres goles en el torneo, al término del encuentro en el estadio Atanasio Girardot.
Con la bandera venezolana amarrada al cuello, el caraqueño (31 años) completó lo que Rafael Dudamel, entonces arquero y hoy seleccionador vinotinto, no pudo lograr en 1999: ser el primer criollo en conquistar la Libertadores. En aquel momento fue el líder del Deportivo Cali que cayó en penales con el Palmeiras.
El timonel criollo envió sus felicitaciones al volante, a través de un comunicado: “Me uno al orgullo que siente todo el país por la consecución de este título internacional, único para un jugador venezolano (…) Ha mostrado durante toda su estadía en Nacional que es un jugador diferente, un jugador completo, un jugador polifuncional. Ha dado muestras de madurez muy grandes”.
Producto de las categorías juveniles del Caracas FC, Guerra vivió el fútbol desde su niñez en Lomas de Urdaneta, un sector popular de la capital venezolana. Allí le conoció el que sería su técnico en la selección venezolana sub 20, Nelson Carrero.
“Nació con esa naturalidad. Su papá compartió con nosotros, lamentablemente falleció en un accidente. Él vivía en el bloque 4 y yo en el bloque 3. Era el más niño de todos, pero ya mostraba la calidad en un campo lleno de piedras”, recordó Carrero, hoy miembro de la Federación Venezolana de Fútbol, en conversación con PANORAMA.
“Decía yo: ‘Si ese niño domina la pelota como la domina en ese piedrero, ponlo en una mesa de billar, que será mucho mejor”, señaló el técnico caraqueño. “No me equivoqué cuando dije que sería un jugador importante para nuestro país (…) Como futbolista era muy bueno, como persona es extraordinario”.
El asesinato de su hermano Armando en 2008 le dio otro sentido a la vida de Alejandro, como lo confesó en una entrevista con el diario El Colombiano. “Son obstáculos que uno tiene en el camino (…) luego de su muerte antes de los juegos rezo mucho y siento a mi hermano conmigo. Me tatué su nombre en el brazo derecho para siempre llevarlo a mi lado”, afirmó el capitalino. “Armando, hermanos por siempre”, está en su piel.
En la noche antioqueña del Atanasio Girardot celebró con sus pilares, su esposa Cris Espejo y sus hijos, Cleverson y Azael. También tuvo en su mente a su madre, Rosa. “Ellos siempre están pendientes de mí y eso me da tranquilidad para dedicarme al trabajo”, apuntó el mediocampista en la nota con el periódico colombiano.
Richard Páez Monzón hizo debutar a Guerra en la selección de mayores, en un amistoso perdido ante México 1-0 en 2006. “Era un jugador que al principio era muy atropellado”, rememoró Páez en una conversación con este diario, “que quería hacer la jugada con mucho vértigo e impulsividad, que a veces no sabía escoger la jugada efectiva en la ejecución de la jugada. Pero fue madurando y ahora consigue interpretar, dosifica el esfuerzo pero sin dejar de ser muy atrevido, con una picardía futbolística innata”.
“Este ejemplo como jugador principal del equipo campeón de América es contundente: el fútbol venezolano debe ir la búsqueda de logros que parecen imposibles, bajo la visión de la experiencia o de la lógica nuestra”, recalcó el merideño, seleccionador vinotinto entre 2001 y 2007 y actual candidato a la presidencia de la Federación Venezolana de Fútbol. “Que un jugador como él esté en un club campeón es fundamental, pero tiene que servir como un ejemplo real de que un equipo venezolano puede ser campeón de América en Copa Libertadores”.
Guerra ahora apunta más lejos. Quiere disputar el Mundial de Clubes de la Fifa en 2016, para ser el primer vinotinto en hacerlo –previamente estuvo Jeffren Suárez con el Barcelona, pero aún no había vestido la camiseta de la selección nacional-. ¿Levantar la copa mundial? ¿Por qué no? Será otro hito para él y para Venezuela.
Comentarios
Publicar un comentario