Un equipo de obreros

Que si Colombia contaba con James Rodríguez, la estrella del Real Madrid. Que si Radamel Falcao García ahora es pretendido por el Chelsea, después de pasar por el Manchester United, para unirse a Juan Cuadrado. Que si el “Ras-tas-tas”, el Mundial de Brasil 2014, el espíritu de Carlos Valderrama o el del mismísimo Cole vestido de amarillo, azul y rojo: nada de eso valió para Venezuela.

Puede ser la mejor generación colombiana en su historia, pero es que la Vinotinto, con pocos jugadores en grandes torneos mundiales, con Salomón Rondón brillante en Rusia, pero siempre con el sueño de ir a una liga de mayor peso mediático, con un Juan Arango respetado pero sin la facultad de detener el paso del tiempo... en fin, con un equipo de obreros, de soldados, de hormiguitas, siempre le hace imposible la vida a los neogranadinos. Es otro partido, es un Clásico.

En los últimos años Venezuela ha dominado a Colombia. Ya desde el boom vinotinto, con Richard Páez Monzón al frente, los nacionales mostraron los dientes. Nadie olvida el zapatazo de Arango en Barranquilla. O con César Farías, que dominó a placer a los cafeteros en las eliminatorias a Brasil 2014, igualando como visitantes y venciendo 1-0 en Puerto Ordaz, con gol de Rondón. Noel Sanvicente mantiene la tónica y rompe un nuevo celofán: el de los triunfos criollos sobre los colombianos en Copa América. El de ayer en Rancagua, con tanto de Rondón, fue el primero.

Ahora Venezuela, siempre con los pies en la tierra, apunta a Perú. Con una columna vertebral confirmada, Baroja despuntando en el arco, la defensa de Rosales, Vizcarrondo, Túñez y Amorebieta, Rincón como principal luchador y Seijas como acompañante, Arango, Vargas y Guerra como los desequilibrantes en el frente y Rondón como hombre-gol, los hombres de Sanvicente buscan más.

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