Orgullo de la Asociación Zuliana, el equipo en el que milita, y del sector La Paz, cerca de los Niños Cantores, Michelle Yeraldin Romero Castillo nació en Maracaibo el 12 de junio de 1997. Es la segunda de los tres hijos de Lisbelia Castillo y Richard Romero. Su hermano mayor es Anthony, de 18; el menor es Richani, de 14.
“No la hemos podido ver, porque no han transmitido los partidos. Pero siempre estamos en contacto con ella, nos escribe o podemos hablar, poco tiempo”, indica a PANORAMA la progenitora de la zaguera. “Está emocionada, la han tratado muy bien allá, que el hotel es bellísimo. Pero es muy poco, porque no las dejan hablar mucho”.
“Michi”, como le dicen sus familiares, comenzó a jugar a los 10 años en la escuela de fútbol menor Cacique Mara. Sus primeros fanáticos fueron sus hermanos, que también hacen vida en el balompié menor.
Nunca le gustaron las muñecas, pero siempre estaba corriendo y saltando. El deporte es su alegría. “Puro juego, primero kickingbol, luego natación”, recuerda su padre, Richard. “Iba escalando y escalando, hasta que llegó a su pasión, al fútbol”.
La diestra tuvo que sufrir el “aplique”, la presión por ser la única niña en un mundo de varones. “En Cacique Mara no había equipo femenino, y ella comenzó con el masculino”, señala su mamá. “Dios mío, la molestaban mucho, la mandaban a hacer arepas, como era la única niña que estaba jugando fútbol... pero le tenían mucho miedo, porque su remate es muy fuerte”.
Es lateral por la derecha, pero también puede estar como volante de contención, afirma su hermano Richani. Pasó por la Liga femenina de Cabimas, pero este año no tuvo apoyo y se mudó a la Asociación Zuliana.
Romero está en el quinto año de bachillerato. Los estudios los realiza en el Colegio Agustín Aveledo Tovar. “Salió muy bien, con un promedio de 16, destacó en Inglés y Química. La ayudaron sus compañeros, la directora. En la selección le exigen que tiene que salir bien en los estudios para tener continuidad en el equipo”.
De familia humilde, trabajadora, muy unida, Lisbelia es educadora de preescolar, mientras que Richard es vigilante en el Banco Central de Venezuela. Su progenitora la define como “un ser maravilloso, muy especial, muy natural. Anda sonriente en todo, demasiado echadora de broma”.
El mensaje es constante, no solo para Michelle, sino para Anthony y Richani: “Sigan y trabajen por su sueño, que luchen por lo que quieren. Nuestro apoyo es incondicional. Que estudien, que se preparen”.
“La Maracucha” Romero, como le dicen en la selección, seguirá aportando su esfuerzo a la Vinotinto.
excelente niña dios te bendiga........................
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