Implosión en el "Pachencho"

Futbolistas y fanáticos con piedras en las manos. Agresiones verbales y físicas. Policías atacando. Periodistas amenazados, por elementos externos y por otros periodistas. El "Pachencho" Romero implosionó la tarde del domingo, merced de una amplia falta de logística y de los ánimos caldeados por un partido en el que el árbitro fue un protagonista más de la locura en Maracaibo.


Los duelos entre los equipos regionales (llámense Unión o Zulia FC) y el Caracas FC, en el caso del fútbol -aplica con otros deportes también-, siempre son de alta tensión. Es la animadversión eterna entre la capital de Venezuela y la segunda ciudad del país trasladada a un rectángulo de juego. La mejor forma de resolver diferencias, pero siempre dentro del campo.

Los petroleros dominaron en oportunidades, pero sin contundencia. Es la tónica de los partidos del Zulia en la campaña: golpean pero no tumban. Márquez, titular en un mediocampo de duendes (magos de mediana estatura, veloces, habilidosos), no supo aprovechar a bocajarro. Frente al arquero Baroja desfilaron, sin tino, él, Padilla, Villarreal, García. Luego lo haría Arteaga. Nada salía bien para el equipo de Nino Valencia en lo ofensivo.

Los goles rojos no tardaron. Esos no esperan, llegan y ya. Dos desatenciones zulianas, dos alegrías caraqueñas: primero con un tiro libre de Otero que pasó entre el lago de piernas y, sin desvíos, ingresó al arco de Romero. Luego fue Guarino, a nueve segundos del pitazo del segundo tiempo, aprovechando una galopada de Lobo por la izquierda.

José Luis Hoyos, árbitro trujillano, experto en hacer sufrir al Zulia FC, volvió a erigirse en el Morales del petrolero, en referencia a aquel realista que castigó a los marabinos en la época de la Independencia. Anuló un gol legal a Noguera, por una presunta posición adelantada de Arteaga al momento de centrar, inexistente, negada por los presentes y los televidentes. Luego señalaría un córner (reclamado por la zaga petrolera como saque de meta) que terminó en el gol de Quijada, el tercero y definitivo de Caracas.
Ya había expulsado al técnico Valencia, amén de repartir amarillas a diestra y siniestra. El fuego hacía fiesta entre la pólvora.

Al pitazo final, los equipos intentaron irse a los vestuarios. Molestos los zulianos, felices los caraqueños, alguna provocación existió. Un grito, una palabrs y comenzaron a volar los golpes. El pandemonio. La implosión.

El "Pachencho" Romero no está para recibir juegos. Al menos, la tribuna principal. El acceso es un caos, entre la arena de construcción, las piedras y las cabillas. No hay sillas en la zona de las losas repuestas, tampoco barandas que dificulten que los asistentes se lancen al campo. Hasta piedras, como la que voló para darle en una oreja al capitalino Garcés, forman parte del campo de batalla de Grano de Oro.

Otro futbolista del Caracas, Febles, hijo del legendario exjugador vinotinto, recibió un golpe artero por parte de un jugador zuliano. En el todos contra todos, pero el de fuera del campo, los locales ganaron. Ayudó la fanaticada, callada durante el partido, presente en el manicomio posterior, indignada por el arbitraje de Hoyos, por el resultado y alentada por el desorden en la zona de vestuarios.

Todo bajo la mirada de la televisión nacional, que poco visita al "Pachencho" y que vuelve a tener razones para no hacerlo.

Los periodistas también salieron golpeados. En el cuerpo y en el ánimo. El polemista Gabriel Chávez, al momento de realizar las entrevistas post partido, fue increpado por Arteaga -eterno fosforito dentro del campo- por sacar fotos de los enfrentamientos. No por sus mordaces opiniones, sino por hacer su trabajo, por dejar registro gráfico de un hecho noticioso. Otro jugador zuliano (Villarreal, según identifica el Gabo) golpeó luego al periodista.

Quizá algo más grave ocurrió luego: otros profesionales de la comunicación aplaudieron la agresión contra Gabo, conocido por su tecla ácida. ¿Opinar es un delito que merece pena capital? Para uno de ellos, a Gabo había "que meterlo preso". Para otros, solo "recogía lo que sembraba". ¿Periodistas censurando periodistas? ¿Periodistas justificando la agresión física contra otros periodistas? ¿En qué clase de dictadura del micrófono estamos?

La noche llegó con los ánimos más calmados. Hoyos, quizá orgulloso de su desastre, salió del campo escoltado por la policía; los heridos del Caracas fueron atendidos, sobrevivientes de males mayores; Chávez recibió solidaridad y ataques de propios y extraños, Caracas se llevó los tres puntos y Zulia FC se quedó lamentando, a la espera de una sanción por una nueva noche de locura en el "Pachencho".

Comentarios

  1. Excelente crónica Kiko, toda mi admiración. ¡Chapeau! Tú pluma es luz entre tanta obscuridad.

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