Richard Blanco llegó al segundo semestre en Chile con la
pólvora exacta para cañonear. Inspirado, el delantero venezolano lleva cinco
goles en el torneo local y la Copa Suramericana para el O’Higgins.
La explosión de “El Avioncito” en el exterior arribó con los
30 años cumplidos. Desde el 15 de julio lleva dos goles en la Copa Suramericana
ante Cerro Porteño (3-3) y tres en el campeonato austral, con Colo Colo, Unión
Española y La Serena como víctimas.
“Me siento bastante tranquilo, estoy claro que el momento
por el que paso se debe a que estoy dando lo máximo, lo mejor”, explicó a
PANORAMA, vía telefónica desde el país sureño. “Siempre esperé la oportunidad,
siempre concentrado en que en algún momento me iba a tocar y tenía que estar de
puntica de pies para hacer las cosas bien. Tengo que estar tranquilo y
concentrado para que las cosas sigan saliendo de la mejor manera”.
Un paso por Italia, con el San Marino Calcio, precede a la
experiencia chilena. Pero antes también jugó fútbol sala en el país trasalpino.
“El fútbol sala me ha ayudado a ser más rápido, a los piques en distancia
corta, a ser un poquito más explosivo. Poder jugar en espacio reducido es
producto de mis años en el fútbol sala”.
Luego de despuntar en clubes venezolanos como el Estrella
Roja (14 goles en la 2008-09) y el Deportivo Petare (anotó 33 tantos entre 2008
y 2012), ocurre el salto al balompié austral, que Blanco califica como “un
poquito más dinámico”. “La diferencia es que en el fútbol venezolano hay más
roce”.
No ha sido fácil el devenir de Blanco en el O’Higgins, club
al que llegó a principios de 2012.
Proveniente del Deportivo Petare, el guaireño ha tenido que ganarse a
pulso su titularidad. Solo disputó once duelos (459 minutos) en el Apertura,
con tres goles marcados.
Pero las cosas están mejorando.
“Me estoy esforzando más, estoy siendo más intenso en el
momento de entrenar y eso está rindiendo frutos hoy en día”, explicó el
atacante.
Estar bajo las órdenes de Eduardo Berizzo, exasistente de
Marcelo Bielsa en la selección chilena, ha contribuido al desarrollo de sus
habilidades a una edad madura en el fútbol.
“El profe solo me exige trabajo, me dice que en el trabajo
está la perfección. Me pide que busque ayudar más atrás, que vuelva, que eso no
lo tenía antes, y me ha ayudado bastante. Regresar con la jugada, esperar a que
termine, no simplemente llegar, atacar y quedarme parado o venir caminando.
Tengo mayor dinámica, aunque sea mayor el desgaste, uno poco a poco va
agarrando el fondo físico”.
Blanco, que terminó como subcampeón de Chile en la pasada
temporada, encabeza a la legión venezolana en tierras del sur. Renny Vega (Colo
Colo), Daniel “Cafú” Arismendi (Antofagasta) y Felipe Núñez (Palestino) son los
otros criollos que hacen vida en el país de la estrella solitaria.
“Converso mucho con Renny, él siente lo mismo que yo.
Estamos contentos. Así como Arismendi está haciendo las cosas bien aquí,
estamos abriendo las puertas a más venezolanos, para que hagan las cosas mejor
que nosotros”.
Su llegada a Rancagua tuvo como precursor a otro nacional,
Giancarlo Maldonado. El goleador histórico de la Vinotinto pasó por el elenco
celeste en la zafra entre los años 2006 y 2007, anotando 21 goles. “Tuve la
oportunidad, cuando recién llegué a Rancagua, vi que en una de las paredes de
los exteriores del estadio está la foto y el nombre de Giancarlo. La gente lo
quiere mucho, lo recuerda, no solo por lo que hizo dentro de la cancha, sino
fuera de la cancha. Él nos abrió las puertas”, contó “El Avioncito”.
Apenas ha disputado cuatro partidos con la Vinotinto, pero
Blanco espera más oportunidades. “De la
selección hoy no sé nada. Me dedico a estar aquí y hacer las cosas bien. Cuando
he ido a la Vinotinto el profe Farías siempre ha dicho que con nuestros equipos
siempre tenemos que buscar la manera de estar jugando, de trabajar al 100%. Yo
hago eso. Después está si el profe cuenta conmigo o no. Yo trabajo de la misma
manera”.
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