Fuegos artificiales y olor a pólvora en la calle, gaitas retumbando por todos lados. Rueda la alegría, con niños corriendo por todos lados. Arrugados papeles de regalos por los suelos. Luces, arbolitos, pesebres, hallacas. El griterío se apodera de la familia.
Esto es Maracaibo.
En Meknés, a casi 14 mil kilómetros de distancia de la capital del Lago, un zuliano juega al fútbol. La Navidad es un día normal, común. Otro día de trabajo más para Dustin Valdez. Cuestión de sacrificio.
“Extraño la ensalada de gallina de mi mamá, el pasticho de mi hermana y el pernil que prepara mi suegra”, suelta el jugador del club Meknés, que está en tierras del norte de África desde hace dos años.
“Aquí no hay ni rastros de la Navidad, ni una luz, ni una decoración navideña. Es un país donde pasa la Navidad como si nada”, explica el ex jugador del Unión y el Zulia FC.
Marruecos, a pesar de ser por muchos años protectorado francés, tiene al Islam como principal religión. Los cristianos y sus costumbres son respetadas, pero son sólo el 0,6% de la población total.
Atrás tuvieron que quedar las fiestas de su Maracaibo natal. “Allá nos reunimos con la familia y los buenos amigos de El Varillal, en especial la familia Atencio y Valdez. Tocamos tambora y armamos la fiesta con mis compadres”.
Estas festividades en especial han resultado más difíciles que las del 2010. En aquel momento, Daniela y el pequeño Sebastián (su esposa y su hijo) le acompañaron en Kenitra.
Hoy están en Venezuela, con los familiares. Él, por compromisos laborales, debe mantenerse allá.
“Le estoy dando gracias a Dios por este impulso que le ha dado a mi carrera en el exterior. Pero tiene estos detalles, el no poder disfrutar de la familia, de la comida, de la gaita y las costumbres navideñas en nuestra tierra. Ya estoy un poco más acostumbrado, porque el año pasado me tocó, pero estaba con mi familia. Esta vez ellos están en Venezuela. Los extraño mucho, pero nos tocó, pero hay que apretar los dientes, pensando en el trabajo”, considera Valdez.
Su casa es un pedacito de Maracaibo a los pies de las montañas del Atlas, en Meknés. “Pongo adornos, gaita, aunque no se me da mucho lo de las hallacas. Todos son recuerdos de mi gente, que me llaman todos los días para decirme cómo la están pasando. También me envían gaitas de mi tierra”.
Escucha dos en especial: “Las de siempre, la Grey zuliana, y una que habla sobre la lejanía, cuando extrañas a la familia”.
Es Nostalgia decembrina, de Birimbao, la que dice “Y oigo una gaita zuliana / a lo lejos de la noche / y se esparce en un derroche / Que impregna mi corazón / Me encuentro otro maracucho / y armamos el parrandón”.
“La tengo grabada en el teléfono, porque ayer me la estaba pasando una amiga de la familia”, apunta Dustin. “Las costumbres las llevo en el corazón”.
Pero no se encontró otro maracucho, sino españoles y franceses con los que compartirá las celebraciones por el nacimiento del Niño Dios. “Al llegar a Meknés tuve contacto con muchos extranjeros. Contacté a un profesor de una escuela española, que tiene su grupo, y me he ido integrando. Tienen sus costumbres, su casa arreglada. Yo recibí la invitación para compartir con ellos. Veremos cómo celebran los europeos”.
Todo parece indicar que ésta será la última Navidad de Dustin Valdez en Marruecos, o al menos en Meknés. Está en negociaciones para cambiar de aires en 2012.
“Mi carrera acá ha sido bastante fuerte para mi familia. Ha sido bonito para mi carrera, pero yo necesito a mi familia. Estamos en conversaciones con algunos equipos, vamos a ver qué pasa para el 2012. Hay nuevos proyectos y horizontes, en nombre de Dios, bien sea en Marruecos o en Venezuela”, señaló.
Por ahora, seguirá suspirando por su tierra. Toca volver a entrenar. El martes viene una nueva jornada.
Mitad de tabla
El Club Omnisports de Meknés, equipo de Valdez, está en el puesto 10 del campeonato del Reino de Marruecos. El club rojo viene de perder la final de la Copa del Trono (equivalente a la Copa Venezuela) ante el Maghreb Fés.
Una lesión afectó dos meses a Valdez. Hoy juega como volante de contención y central del cuadro de Meknés.
Esto es Maracaibo.
En Meknés, a casi 14 mil kilómetros de distancia de la capital del Lago, un zuliano juega al fútbol. La Navidad es un día normal, común. Otro día de trabajo más para Dustin Valdez. Cuestión de sacrificio.
“Extraño la ensalada de gallina de mi mamá, el pasticho de mi hermana y el pernil que prepara mi suegra”, suelta el jugador del club Meknés, que está en tierras del norte de África desde hace dos años.
“Aquí no hay ni rastros de la Navidad, ni una luz, ni una decoración navideña. Es un país donde pasa la Navidad como si nada”, explica el ex jugador del Unión y el Zulia FC.
Marruecos, a pesar de ser por muchos años protectorado francés, tiene al Islam como principal religión. Los cristianos y sus costumbres son respetadas, pero son sólo el 0,6% de la población total.
Atrás tuvieron que quedar las fiestas de su Maracaibo natal. “Allá nos reunimos con la familia y los buenos amigos de El Varillal, en especial la familia Atencio y Valdez. Tocamos tambora y armamos la fiesta con mis compadres”.
Estas festividades en especial han resultado más difíciles que las del 2010. En aquel momento, Daniela y el pequeño Sebastián (su esposa y su hijo) le acompañaron en Kenitra.
Hoy están en Venezuela, con los familiares. Él, por compromisos laborales, debe mantenerse allá.
“Le estoy dando gracias a Dios por este impulso que le ha dado a mi carrera en el exterior. Pero tiene estos detalles, el no poder disfrutar de la familia, de la comida, de la gaita y las costumbres navideñas en nuestra tierra. Ya estoy un poco más acostumbrado, porque el año pasado me tocó, pero estaba con mi familia. Esta vez ellos están en Venezuela. Los extraño mucho, pero nos tocó, pero hay que apretar los dientes, pensando en el trabajo”, considera Valdez.
Su casa es un pedacito de Maracaibo a los pies de las montañas del Atlas, en Meknés. “Pongo adornos, gaita, aunque no se me da mucho lo de las hallacas. Todos son recuerdos de mi gente, que me llaman todos los días para decirme cómo la están pasando. También me envían gaitas de mi tierra”.
Escucha dos en especial: “Las de siempre, la Grey zuliana, y una que habla sobre la lejanía, cuando extrañas a la familia”.
Es Nostalgia decembrina, de Birimbao, la que dice “Y oigo una gaita zuliana / a lo lejos de la noche / y se esparce en un derroche / Que impregna mi corazón / Me encuentro otro maracucho / y armamos el parrandón”.
“La tengo grabada en el teléfono, porque ayer me la estaba pasando una amiga de la familia”, apunta Dustin. “Las costumbres las llevo en el corazón”.
Pero no se encontró otro maracucho, sino españoles y franceses con los que compartirá las celebraciones por el nacimiento del Niño Dios. “Al llegar a Meknés tuve contacto con muchos extranjeros. Contacté a un profesor de una escuela española, que tiene su grupo, y me he ido integrando. Tienen sus costumbres, su casa arreglada. Yo recibí la invitación para compartir con ellos. Veremos cómo celebran los europeos”.
Todo parece indicar que ésta será la última Navidad de Dustin Valdez en Marruecos, o al menos en Meknés. Está en negociaciones para cambiar de aires en 2012.
“Mi carrera acá ha sido bastante fuerte para mi familia. Ha sido bonito para mi carrera, pero yo necesito a mi familia. Estamos en conversaciones con algunos equipos, vamos a ver qué pasa para el 2012. Hay nuevos proyectos y horizontes, en nombre de Dios, bien sea en Marruecos o en Venezuela”, señaló.
Por ahora, seguirá suspirando por su tierra. Toca volver a entrenar. El martes viene una nueva jornada.
Mitad de tabla
El Club Omnisports de Meknés, equipo de Valdez, está en el puesto 10 del campeonato del Reino de Marruecos. El club rojo viene de perder la final de la Copa del Trono (equivalente a la Copa Venezuela) ante el Maghreb Fés.
Una lesión afectó dos meses a Valdez. Hoy juega como volante de contención y central del cuadro de Meknés.
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