El habitual calor zuliano y la humedad presente luego de un día lluvioso se mezclaron con la expectativa por ver a la selección cuatro años después en Maracaibo. Más de tres mil personas, quizá cinco mil, plenaron la tribuna principal del “Pachencho” Romero, luego de semanas de espera por la Vinotinto de sus amores, con todas sus estrellas.
Ya en el campo, la noche del lunes, se multiplicaron los “comunicadores” presentes: simples fanáticos que, bajo el noble manto del periodismo, sólo querían cumplir un sueño de pedir un autógrafo o de sacarse una foto. Eran cientos en plena área determinada exclusivamente para jugadores, cuerpo técnico y periodistas acreditados. Bueno, “acreditados”.
Primer error: no existió un censo previo de comunicadores para recibir información sobre la Vinotinto. Cualquiera con un papelito plastificado que dijera “medio de comunicación” entró.
La seguridad se redujo a un puñado de guardias nacionales, los que habitualmente cuidan el estadio zuliano, más otro grupo de policías que acompañaban el autobús. Ni siquiera para los juegos del Zulia FC han estado tan pocos efectivos de seguridad, donde asiste un promedio de 1.300 personas, poco más o menos. Como que pensaron que Venezuela era la misma de hace 20 años, que podía entrenar con libertad de movimiento en cualquier lugar del país, sin ser reconocidos.
Segundo error: nunca existió una organización para recibir a Venezuela en el “Pachencho”. Todos los entes vinculados de una u otra manera con la llegada del equipo patrio (Gobernación del Zulia o Ministerio del Deporte) dieron por sentado que se proporcionaría seguridad. Ambos se cruzaron de brazos la noche del lunes. Si no hubiese sido por determinados “héroes anónimos” que se dedicaron a desalojar a los entusiastas, la selección no desembarcaba.
¿De quién es la responsabilidad? Ministerio del Deporte-Zulia “apenas” se dio por aludido ayer, proporcionando guardias nacionales. Los policías, cortesía de la Gobernación zuliana, aumentaron significativamente. Pero todo esto, un día después.
¿Qué pasaba si, de repente, un jugador estrella se lesionaba ante el desespero de la masa? Era el punto final de la concentración y del regreso vinotinto a Maracaibo.
La noche de la vergüenza, aquella donde se demostró lo atrasados que estamos en prevención, a Dios gracias no terminó en un hecho más grave. Con esto demostramos que si no tenemos a la Vinotinto, por algo es.
Ya en el campo, la noche del lunes, se multiplicaron los “comunicadores” presentes: simples fanáticos que, bajo el noble manto del periodismo, sólo querían cumplir un sueño de pedir un autógrafo o de sacarse una foto. Eran cientos en plena área determinada exclusivamente para jugadores, cuerpo técnico y periodistas acreditados. Bueno, “acreditados”.
Primer error: no existió un censo previo de comunicadores para recibir información sobre la Vinotinto. Cualquiera con un papelito plastificado que dijera “medio de comunicación” entró.
La seguridad se redujo a un puñado de guardias nacionales, los que habitualmente cuidan el estadio zuliano, más otro grupo de policías que acompañaban el autobús. Ni siquiera para los juegos del Zulia FC han estado tan pocos efectivos de seguridad, donde asiste un promedio de 1.300 personas, poco más o menos. Como que pensaron que Venezuela era la misma de hace 20 años, que podía entrenar con libertad de movimiento en cualquier lugar del país, sin ser reconocidos.
Segundo error: nunca existió una organización para recibir a Venezuela en el “Pachencho”. Todos los entes vinculados de una u otra manera con la llegada del equipo patrio (Gobernación del Zulia o Ministerio del Deporte) dieron por sentado que se proporcionaría seguridad. Ambos se cruzaron de brazos la noche del lunes. Si no hubiese sido por determinados “héroes anónimos” que se dedicaron a desalojar a los entusiastas, la selección no desembarcaba.
¿De quién es la responsabilidad? Ministerio del Deporte-Zulia “apenas” se dio por aludido ayer, proporcionando guardias nacionales. Los policías, cortesía de la Gobernación zuliana, aumentaron significativamente. Pero todo esto, un día después.
¿Qué pasaba si, de repente, un jugador estrella se lesionaba ante el desespero de la masa? Era el punto final de la concentración y del regreso vinotinto a Maracaibo.
La noche de la vergüenza, aquella donde se demostró lo atrasados que estamos en prevención, a Dios gracias no terminó en un hecho más grave. Con esto demostramos que si no tenemos a la Vinotinto, por algo es.
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