César Farías en PANORAMA: “Mi victoria es la unión de un país”

Perdió una hermana por leucemia, jugó como utility en un mundialito de  béisbol y a los 21 años comenzó a dirigir un club de fútbol profesional. César Farías, ya liberado de la tensión de la Copa América, conversó con PANORAMA, develando rasgos importantes de su vida dentro y fuera de las canchas de juego.

Aunque lució cansado, luego del trajín copero y de los innumerables homenajes, la cortesía y hasta el buen humor nunca le abandonaron. Camisa verde por fuera, jeans y gomas: el seleccionador dejó a un lado la formalidad, para darle paso a la jovialidad. Y así transcurrió la charla.



¿Cómo nació su pasión por el fútbol?
Nací en Güiria y de meses me llevan a Caracas. En poco tiempo nos tuvimos que ir, porque mi hermanita enferma de leucemia estaba en Estados Unidos, no se pudo salvar y murió. Al regreso, mi mamá es maestra y daba clases en el Colegio Claret, en el que estudié yo. La educación física era hacer fútbol. Además de eso, vivíamos en Colinas de Bello Monte al frente del club Táchira, y también jugaba fútbol en las tardes. Hacía fútbol todos los días de mi vida. No sólo porque me tocó estar en el que se practicaba el fútbol, sino que era algo natural en mí.

¿Y por qué no el béisbol?

Yo jugué también béisbol, era utility. De verdad, jugaba, y todavía juego mis caimaneras en diciembre con los amigos en Cumaná, con Rafa Betancourt. Tenemos cuatro años ganándoles a los de Cumaná segunda todos los diciembres, los 26. Tuve la posibilidad de representar a Venezuela en un mundialito en la Florida, tenía doce años, y mi papá tenía más inclinación hacia el béisbol. Pero el fútbol es distinto, a mí me gusta. El actual presidente del Petare, que es un abogado reconocido de las leyes deportivas como Rafael Chavero -tenemos la misma edad, nos conocemos desde niños-, íbamos dos o tres veces a la semana al estadium Universitario escapados. Lo discutíamos en días pasados: Venezuela tiene una población más cuantiosa de 25 años para abajo, nosotros crecimos en una generación de béisbol, y por eso muchas personas mayores de esa edad les suena antipático, pero es una realidad. El fútbol es el primer deporte nacional, el más practicado, el que mejor y más aforo tiene, mayor cantidad de equipos, de inscritos en su federación, eventos internacionales como copas Suramericana, Libertadores, sub 15, sub 20, premundial, amistosos, y eso le da un matiz distinto. Con la inclusión de la televisión, es el más grave punto, que no ha terminado de ayudarnos, porque no se difunden muchas cosas. Hoy empieza a haber una visión distinta.

¿Cuándo decidió que el fútbol sería su modo de vida?

Estaba en Maturín, en el Monagas, y acababa de llegar Don Víctor Pignarelli de la selección nacional. Al año, era más fuerte que yo mi carácter, con cosas que no eran acordes a lo que yo pensaba que tenía que ser un equipo de fútbol: no teníamos ropa de entrenamiento, escaso material deportivo, no había casi balones, no había las herramientas de hoy día, la metodología era muy baja. Eso era generalizado en toda Venezuela. Veía muchos talentos. En Sucre veía una cantidad de fútbolistas que me sorprendía, pero que se perdía, que no llegaban a nada. Eso me hizo un click en la cabeza, y yo dije "yo me voy, me voy a preparar, que este fútbol crezca, que cambie". Así emprendimos el proyecto de Nueva Cádiz, que desembocó en Zulianos.


Comenzó usted a entrenar muy joven...
Tenía 21 años cuando asumí el Nueva Cádiz. Primero habíamos agarrado los seleccionados menores de Sucre. Tuvimos un buen desempeño, hicimos todos los cursos. Lino Alonso, en los cursos, me dijo una gran verdad: "Si quieres ser el número uno del país, tienes que ser el número uno de tu región. Si no lo eres, no sirve de nada". Tenía mis diferencias con la asociación, y con mi juventud y la desorganización de ellos era prácticamente imposible trabajar. Esas palabras de Lino me dieron una lección: que la pelea era desde adentro, no desde afuera. Tomé dos seleccionados de Sucre y de la Liga, y comencé el proceso de Nueva Cádiz. Antes de Nueva Cádiz ya trabajaba con Lino en las selecciones menores, sub 15, sub 17,  en los Centroamericanos que se hicieron acá. De allí, producto de los resultados en los nacionales, me permitieron aglutinar algunas personas de una buena generación que había allí. Con ese grupo armamos el equipo sub 20 que quedó campeón invicto dos años seguidos, que subió a la primera división contundentemente, y que en primera división, cuando entró impactó. Después vinieron los problemas económicos que hicieron trasladarnos al Zulia, donde estuvimos tres años y medio, muy intensos en lo deportivo.

¿Cuál fue la realidad del fútbol zuliano con la que se consiguió?

Difícil para nosotros, porque venía un gran equipo, totalmente distinto a nosotros, plagado de figuras, con muchísimo dinero invertido, no sólo en contratación de jugadores, sino en publicidad. Nosotros éramos un equipo mucho más modesto, con jugadores en formación, que a lo mejor terminaron siendo más figuras que los que estaban, como Juan Arango, (Alexander "Pequeño") Rondón, Leo Morales, (Johnny) "Speedy" González, Pedro Boada. Pasaron jugadores que fueron al seleccionado nacional, pero en aquel momento no teníamos el poder económico como para tener un equipo como el Atlético Zulia. Eso fue un poco de shock. Sí conseguimos algunos aliados que entendieron que ese camino era importante para el fútbol, y que ese camino iba a generar futbolistas. Me acuerdo la primera vez que Miguel Acosta me llevó a Grenddy Perozo, que tenía 13 años y él tartamudeaba a veces, cuando iba a decir algunas cosas. Decía Miguel "ése es de selección. Ése va a ser de selección". Y no se equivocó: era un central con una riqueza técnica importante. Miguel me dijo "Yo quiero que lo tengas". Y como Grenddy había muchos: lo que pasa es que él escuchó más, dio los pasos correspondientes y eso le permitió llegar. Pero como Grenddy, también vi muchísimo talento aquí, que ojalá no se siga perdiendo, como se ha perdido mucho.

Nombró usted a Lino Alonso, a Miguel Acosta padre... ¿cuánta gente ha influido en su carrera como técnico?
Uno no puede obviar la experiencia y el conocimiento de las personas. No es fácil acumular más de 10 mil horas de trabajo, y yo no las tenía en ese momento. Para alcanzar el éxito se necesita eso. Hoy las tengo, porque comencé muy joven. Cuando no las tenía, conté con mucha gente cercana, que tenía la experiencia suficiente y que me la transmitió. Tuve la virtud de poder aprender de otras personas. Yo no creo en ese refrán que "uno no aprende por cabeza ajena". Yo sí creo que uno puede aprender de las cosas buenas y malas de otras personas. Siempre tuve la fortuna de tener gente con capacidad a mi lado. Eso ha sido parte del éxito, de tener un cuerpo técnico impresionante, el mejor de Suramérica hoy por hoy. Habrá selecciones con mejores técnicos que yo, pero como equipo no tienen un cuerpo técnico como el de Venezuela. Individualmente serán superiores a mí, pero la gente que tengo yo no la tiene nadie.

¿Qué significó Zulianos para usted?
Un equipo muy modesto, con muchos jóvenes de la región, como Jarrín García, Méider Chourio, los hermanos (Grenddy y Greddy) Perozo. Ese cupo, en su último año, lo tuvo Maracaibo, el UAM. Los derechos deportivos eran de Zulianos, pero como ellos tenían el poder económico en el momento, se les cedió para que el estado tuviese la posibilidad de estar en primera división. La verdad que el cupo fue de Zulianos.

A partir de Zulianos comienza un continuo escalar en su carrera: Trujillanos, Táchira, Mineros y Anzoátegui. ¿Cómo fueron esos años para César Farías?
Cambió mucho el fútbol nacional, está en una evolución constante. Ya me hubiese gustado tener un equipo como hoy, en los que hay muchos con poder económico. A mí me tocó dirigir siempre equipos en los que teníamos que echar mano de los jóvenes, con equilibrio entre lo deportivo y lo económico, que nunca nos sobraba nada. Sin embargo, siempre salimos adelante. Los objetivos los cumplimos en todas las plazas en las que fuimos. Eso nos ayudó a conocer bien el país, a rodar por Suramérica, porque con Táchira dirigimos dos copas Libertadores, y después fuimos con Mineros a la Copa Suramericana. Cuando clasificamos a otras copas internacionales no pudimos dirigir, por una u otra situación. Con el Táchira, era un equipo en reconstrucción, con problemas en el torneo anterior, que tenía graves problemas económicos, y sin embargo pudimos estabilizar y devolverle su grandeza internacional, que hasta ahora no ha podido superar ningún equipo. Llegamos invictos a cuartos de final. Y esto no lo digo con orgullo, sino con preocupación: Venezuela necesita que sus clubes lleguen a finales de copas Libertadores, Suramericana, para poder hacernos más fuertes en el panorama mundial futbolístico.

Asume usted la selección, ya lo ha dicho, "cuando nadie quería asumirla". ¿Como tomó ese desafío?
Yo quería la selección desde hace mucho tiempo. Siempre me preparé para ello. Trabajé con la selección de menores, rodé por Suramérica y Centroamérica, por muchos lugares de Europa, para poder prepararme y afrontar esta circunstancia. Sin embargo, eso nunca es suficiente: cuando entras, tienes que afrontar la eliminatoria de otra manera. Eso se adquiere sólo estando adentro. Hoy poseemos eso. A pesar de todas esas cosas pude armar un buen cuerpo técnico: Lino Alonso pudo estar previamente en eliminatorias y en otros procesos, con un cuerpo técnico que estuvo con (Eduardo) Borrero y (Víctor) Pignarelli, como el doctor (Gerardo) Cañas y Gerardo Gutiérrez ("Manga"). El utilero venía de cuatro procesos anteriores, el coordinador Napoleón Centeno venía de cinco procesos anteriores, Marcos Mathías había sido jugador de la selección con tres técnicos distintos, (César) "Guacharaca" Baena había sido jugador de la selección con cinco técnicos distintos... los únicos que no teníamos experiencia en la selección mayor directamente éramos Fabián Bazán y yo. Tratábamos de tener toda la experiencia alrededor, eso fue importante. Hoy nos hemos podido consolidar.

¿Siente usted que no ha tenido tanto apoyo como lo tuvo el proceso de Richard Páez?
El apoyo de la Federación ha sido irrestricto. Hemos realizado más partidos internacionales, más concentraciones, hemos trabajado más días. Eso demuestra que la Federación ha creído en lo que nosotros le planteamos. No sé cómo era la relación entre ellos. Nosotros, en menos años, tenemos más días de trabajo que ellos, de partidos a esta etapa. Eso sumado a todo lo que hicimos en menores, no tiene comparación a lo hecho con anterioridad. Con lo que hicimos en adaptación al huso horario antes de ir a Japón, con la adaptación fisiológica a la altura. El ritmo de trabajo se ha planificado, pero también porque hay una federación que nos respalda. Yo no sé cómo era la relación de ellos, pero la nuestra ha sido formidable. Eso ha permitido que lleguen los resultados.


¿Qué diferencias nota, el grado evolutivo, entre el período del doctor Páez y el suyo?
Después, han sido dos etapas distintas. Ellos crecieron sobre la emoción, nosotros sobre la presión. Cuando ellos llegaron no había resultados previos importantes, ellos llegaron y lo generaron. Para el momento, eran resultados importantes. Nosotros podíamos seguir en la misma línea, pero los superamos. Si seguíamos en la misma línea, no podíamos llegar al Mundial. La expectativa era seguir dando pasos al frente. Para poder aspirar a eso, tuvimos que hacer muchos cambios. Llegamos con un seleccionado con un promedio de edad muy alto, que había dado muy buenos dividendos, pero el panorama para los que conocíamos las inferioridades de la selección, no era muy halagador. Los jugadores, por una causa natural, ya estaban en un promedio de edad muy alto. Nosotros tomamos el riesgo, eso causó algunos impactos, que es normal, las transiciones son así. Yo no vine a la selección a una guerra lírica con nadie, porque no era la victoria que yo quería ganar. Mi victoria era de resultados, de poder alcanzar espacios que no habíamos alcanzados, mi victoria es la unión de un país, que se sintiera identificado, que sintiera esa pertenencia, y eso lo logramos, no con el apoyo de Rctv o de alguna otra empresa, sin cuñas publicitarias para vender la imagen. Clasificamos a un Mundial, competimos correctamente, le ganamos a Brasil, que en la eliminatoria hicimos más puntos que ningún otro, que ganamos en La Paz con un trabajo muy serio, que tenemos mucho más jugadores en el extranjero que ahora. En aquel partido contra Haití, en el que debutamos, cuando revisas la alineación, ves cuántos están hoy en ligas extranjeras: Salomón Rondón, Ronald Vargas, Emilio Rentería, Grenddy Perozo, Gabriel Cichero, Franklin Lucena, Granados... cuando revisas en profundidad todo esto, te darás cuenta que desde nuestro inicio tuvimos coherencia con los pasos siguientes. Estábamos claros dónde estábamos, a dónde íbamos y qué nos faltaba para lograr los objetivos que los otros no habían podido lograr. Mi guerra no era ni con los medios ni con el lirismo de los discursos: mi guerra era de resultados, y esa guerra habla por sí sola.

El reto ahora es Brasil 2014...
Más que un reto, es una obligación, y estamos conscientes de eso. Por eso no hemos detenido nuestro trabajo. Si hubiésemos guardado este espacio para el descanso y no aprovechábamos esta fecha Fifa -y además conseguir un partido fuera de fecha Fifa-, todo el mundo lo hubiese tomado con naturalidad. Nosotros precisamos más trabajo, y lo aprovechamos seis días después de terminada la Copa. Ya teníamos este grupo armado. Ahora es convocar mucha más gente alrededor de esto, los gobernantes, la empresa privada, y de eso hemos podido hacer mucho esta semana. Todos estamos en el deber de hacer un esfuerzo por la selección. Esperemos poder sumar todos para poder llegar al Mundial de 2014.

Comentarios