Sin gloria, pero entre los grandes

Malditos penales. Perdón por la expresión, pero no puede caber otra que no sea ésta. Venezuela rindió, sufrió, tuvo tres tiros al palo, un gol anulado, presionó, buscó anotar, pero no logró pasar a la final de la Copa América Argentina 2011. Porque la suerte estuvo del lado paraguayo, como en los cuartos de final contra Chile estuvo del lado vinotinto.

En los 120 minutos del partido, los 90 reglamentarios más los 30 extra, el escuadrón de César Farías se mostró superior ante la mundialista selección guaraní. En un choque épico, el cero se mantuvo en la pizarra del estadio Malvinas Argentinas, de Mendoza. Todos rindieron, desde Renny Vega, pasando por la defensa formada por Roberto Rosales,  Grenddy Perozo, Oswaldo Vizcarrondo y  Gabriel Cichero; Giácomo di Giorgi (con algunos altos y bajos), Franklin Lucena; César González (también con altibajos) y Juan Arango; Salomón Rondón y Alejandro Moreno, además de los suplentes José Manuel Rey, Nicolás "Miku" Fedor y Giancarlo Maldonado.


Pero no, la suerte no se vistió de vinotinto esta vez. No quiso entrar la pelota. 

En los penales quedó sólo una duda... ¿por qué cobró Lucena y no Arango? Estaba "de anteojito" que matadores como Maldonado y "Miku" Fedor tenían que estar en esa lista, así como Rey: ellos cumplieron con su labor. Pero el capitán, que sufrió una lesión previa y jugó los 120 minutos con ella, decidió dar un paso al costado.

A Lucena no hay nada que reprocharle: tuvo el coraje de tomar la pelota y decir "yo voy". Porque es difícil asumir esa responsabilidad, con millones de corazones latiendo a cada paso antes del disparo, con los 22 jugadores restantes del plantel depositando sus esperanzas en su oportunidad. Y Lucena la asumió, falló, pero la asumió.

Creo que con lesión o sin lesión Arango tenía que ser el hombre. Románticamente uno podría pensar en que el capitán se hunde con su barco, así sea medio muerto, pero permanece allí. Quizá él pensó que era peor para la selección asumir un riesgo que la dejaría afuera de la copa  -de hecho, no lo tomó e igual nos quedamos sin ir a la final-. Pero tenía que hacerlo. Parafraseando el dicho que habla sobre el amor, "es mejor cobrar el penal y errarlo que no haberlo cobrado nunca". Hasta más heroico se veía.

Pero pasó lo que pasó, Arango dijo que no y Lucena que sí. Defensivamente el llanero es un líder, pero ofensivamente está limitado. Su tiro se dirigió, suave, hacia la derecha de Justo Villar, que  apenas tuvo que lanzarse y detenerlo. Lloramos, porque lloramos, porque estuvimos a milímetros de la gloria, pero no de la grandeza.

Porque con la actuación vinotinto en esta Copa América, ya nos encontramos entre los  grandes. Sólo nos falta la gloria. 

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