Fiesta con matices


Cualquiera podría pensar que un torneo de fútbol en Argentina debe ser un himno a la alegría. Y si es la Copa América, el máximo evento del continente, la oportunidad más clara para que la albiceleste recupere la gloria perdida en 1993, más.

Pero no. Es una fiesta, pero con matices.



El tema popular no es la formación argentina, la entrada de Carlos Tévez al once inicial o si Lionel Messi podrá reivindicarse ante su afición. El tema principal, parte del día a día de los argentinos, es el descenso de River Plate.

Depende del interlocutor, se denota alegría, tristeza o rabia. Porque el fútbol en Argentina, en especial a nivel de clubes, es parte de la vida misma, de la sociedad. “Uy, cómo lloran las ‘gashinas”, nos contaba, burlonamente, Martín Arzúa, en el viaje desde Caracas hacia Buenos Aires. “Todo esto pasa porque los dirigentes manejaron mal las cosas. Vendieron y vendieron jugadores… pero ¿qué hicieron con toda la guita (el dinero)?”.

Otra voz es la de Orlando Benítez, paraguayo radicado en Argentina, taxista de profesión.  “No sé si en un año o menos puedan regresar a primera, porque la B es fuerte. Allí, los equipos corren, es más competitivo”, resalta.

El frío domina Buenos Aires. Pocas son las alusiones a la Copa América: creo que la únicas claras son un banner en la salida del aeropuerto y otro en la zona de prensa, ubicada en la Recoleta, cerca de la avenida Pueyrredón. 

Otra cosa es en La Plata, zona ubicada a menos de una hora de la capital, donde se encuentra hospedada Venezuela. Aunque el frío es similar, se nota que hay mayor interés, ánimo por las selecciones coperas, por recibir a la albiceleste. Pero el descenso de los riverplatenses no deja de ser el tema obligado de conversación.

La fiesta es poca, reducida en Buenos Aires, que apenas recibirá un partido de la copa, el definitivo, final en el estadio Monumental. El mismo Monumental que se convirtió en valle de lágrimas y campo de batalla después del pase del modesto Belgrano sobre River Plate, causante de de esta fiesta con matices en la que se convirtió la Copa América en la capital argentina.

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