Y Valero también descansó...

El domingo nos levantamos sorprendidos ante la muerte de Jennifer Carolina Viera a manos de su esposo, el boxeador Edwin Valero. Hoy, 19 de abril, cuando en teoría nos tocaba celebrar los 200 años del primer grito de Independencia, Valero nos recordó que el país nunca ha podido salir de una tragedia para ir hacia otra: se suicidó "El Inca".

Descansó Edwin Valero. Descansó de sus demonios, que siempre le acompañaron, que estuvieron dentro de él desde que nació en Bolero Alto, cuando crecía violentamente, cuando le tocó robar, cuando se cayó a golpes para sobrevivir, cuando una vez arriba todos se aprovecharon de él, cuando apeló a las drogas porque no sabía qué más hacer con todo el dinero que ganaba. Descansó de sus demonios, los mismos que le hicieron subir hacia el pináculo de su carrera deportiva, los mismos que le hicieron hundirse en el fango de la vida. Descansó Edwin Valero.

Era el fin trágico que todos esperábamos. Tristeza tras tristeza, llanto tras llanto: primero por su esposa, la inocente joven a la que el miedo le impidió levantarse. Después por el monstruo que la mató, que al fin y al cabo sólo fue alguien que no tuvo ayuda o no la quiso recibir.

En lo deportivo, parece imposible destacar sus logros, que los tuvo. Si separamos al atleta de la persona, tendremos que seguir vibrando con sus nocauts, su elocuencia sobre el ring y el ímpetu que tuvo ante cada golpe. Pero Edwin: lo echaste todo a perder. Nadie se acordará de eso.

Que descansen en paz Jennifer y Edwin. Esperemos que uno separado del otro.

PD: La justicia venezolana está tan jodida que, ante el asesinato de su esposa, el mismo Valero tuvo que tomar la justicia por su propia mano.