¿Clásico en la final?

El día: 13 de julio. Calurosa tarde en Río de Janeiro. Cuando el himno de la Fifa suena, casi 100 mil espectadores vibran, el legendario Maracaná tiembla: salen los 22 gladiadores. “Oíd mortales, el grito sagrado…”, cantan primero. “Ouviram do Ipiranga as margens plácidas…”, luego. Pitazo inicial, comienza la mejor final de todos los tiempos.

Hasta ahora, es el sueño de muchos. Para llegar a convertirse en una realidad, hace falta que Brasil y Argentina tumben, uno a uno, los escollos desde la fase de grupos hasta la semifinal. En los cruces existe la posibilidad, pero los partidos se ganan en el campo.

“Proyectar una final así sería muy arriesgado, aunque es el sueño de los organizadores”, afirmó a PANORAMA el analista de Fox Sports, Eduardo Biscayart. “Cada quien debe atravesar sus obstáculos. Le toca un poco más difícil el camino a Brasil, tiene un grupo un poco más desafiante que el de Argentina, y le toca un cruce con un grupo fuerte, que puede ser España, Holanda o Chile. Argentina, si las cosas no van mal, si Messi despega, tiene el desafío de pasar a cuartos. Tiene un poderío ofensivo y debilidad defensiva que parecen brasileños. Los locales tienen un poderío defensivo, una solidez fuerte en la estructura, pero no tanta gente de brillo y calidad de mitad de cancha”.

Compañeros en el Barcelona, en Brasil 2014 se enfrentarían Neymar contra Lionel Messi. Dos de los más espectaculares futbolistas en la actualidad: el primero es una estrella naciente, el segundo es una consagrada. Pero el Mundial falta en su palmarés. Encabezan a muchos de los mejores en el mundo: por los amazónicos, Dani Alves, David Luiz, Marcelo, Hulk… por los gauchos, Sergio Agüero, Ángel Di María, Javier Mascherano.

“Estaba llenando una quiniela y por casualidad me daba esa final”, apuntó a este diario Ricardo David Páez, exquisito volante vinotinto retirado este año. “Es una definición que nos gustaría a todos los suramericanos. A Brasil será difícil ganarle en su casa. Cuenta con grandes figuras en defensa, ésa es su fortaleza. En ataque es una selección que sabe aprovechar los momentos oportunos del juego. Argentina tiene más individualidades en lo ofensivo, con una defensa que tiene muchas dudas, bastante aceptable, pero comparada con los delanteros claro que se ve afectada”.

La rica historia general entre gauchos y amazónicos está igualada. La Fifa registra el primer Clásico suramericano el 20 de septiembre de 1914, signado con el triunfo argentino 3-0.

Desde entonces, el récord está en 36 victorias para cada uno, con 22 empates. El último partido fue el de vuelta del llamado “Superclásico de las Américas”, el 21 de noviembre de 2012: la verdeamarela se elevó en la capital porteña en penales por 4-3, pese a la victoria local en el reglamentario por 2-1. Ambas selecciones jugaron con su “equipo B”, basado en futbolistas locales.

En mundiales se han visto las caras en cuatro oportunidades: la primera, en Alemania 1974, con victoria del equipo brasileño 2-1 en Hanover por la segunda ronda: Rivelino y Jairzinho, luego de la paridad transitoria en los pies de Miguel Ángel Brindisi.

Cuatro años después igualaron a cero en Rosario, también en la segunda ronda; en 1982 volvieron a chocar, esta vez con triunfo amazónico 3-1 en Barcelona en la trágica jornada del estadio Sarriá, donde Diego Armando Maradona terminó expulsado. Zico, Serginho y Junior marcaron por los entonces tricampeones; Ramón Díaz descontó.

En Turín, por Italia 1990, cerró la sucesión de clásicos con el triunfo albiceleste 1-0 en los octavos de final, con un tanto de Claudio Paul Caniggia al 81.

Solo en la Copa América se han vivido finales con los conjuntos estelares del continente. En 2004 fue la primera, en Lima: luego del empate a dos (“Kily” González y César Delgado por Argentina, Luisao y Adriano por Brasil), desde los 12 pasos fallaron Andrés D’Alessandro y Gabriel Heinze. Juan anotó el tanto definitivo para los de Carlos Alberto Parreira.

La segunda final se escenificó en el entonces soberbio estadio “Pachencho” Romero, de Maracaibo. Una auténtica fiesta en la capital del Lago: en las filas de Dunga brillaban Robinho, Julio Baptista y Daniel Alves, mientras que en las de Alfio “Coco” Basile estaban Lionel Messi, Carlos Tévez y Juan Román Riquelme eran las piezas claves.

Fue un partido de una sola vía: la del verdeamarelo. Baptista encendió el marcador, apenas al minuto cuatro; Roberto Fabián Ayala, en propia puerta, amplió las distancias, al 40. Dani Alves, al 69, cerró las acciones: la copa era brasileña.

El marco de la final en 2014 sería distinto, supremo, los dioses en el Olimpo. Pero para ello, hay que ganar. Si no lo hacen… solo quedará en sueños. O en la PlayStation.

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