¿Se retirará invicto Paul?

 “¡El pulpo la volvió a pegar!”,  tuvo que haber sido el pensamiento general de los seguidores del fútbol al ver el triunfo alemán sobre Uruguay ayer. Paul, el cefalópodo “pronosticador” que se ha convertido en la sensación de la Copa del Mundo 2010,  después de acertar a los ganadores de los siete duelos de Alemania en el torneo (incluyendo sus dos derrotas), sigue encendido en sus selecciones. Los germanos lo celebran, los celestes lo maldicen.

 Parece increíble de creer que, a estas alturas del siglo XXI, el de la informática, el desarrollo de la ciencia y la conquista del espacio, todavía nos quedemos (me incluyo en el grupo) pasmados con situaciones como ésta.
El deporte es un campo fértil para las cábalas, desde colocarse una camiseta especial debajo de la del equipo, pisar determinada parte del campo no sé cuántas veces con algún  pie, o darle un par de golpes al poste del arquero. Y ver a un pulpo seleccionar a un “ganador” como que entra a formar parte del ritual.

 Los medios de comunicación, los aficionados, y hasta los mismos jugadores estuvieron pendientes de los movimientos de Paul el viernes. Lo usual: lo colocaron en el acuario, con dos recipientes de plásticos, cada uno adornado con una bandera y con comida adentro. El pulpo escogió y se alimentó: es su lógica. Lo ilógico sucede cuando millones y millones de personas consideran que el cefalópodo le “levantó la mano” al vencedor... antes de que entrara a jugar su partido.

 Paul seleccionó a España sobre Holanda para la final de hoy. Es la primera vez en todo el torneo que “escoge” a algún equipo que no sea Alemania. Los ibéricos se contentaron, se preocuparon los holandeses. ¿Se retirará invicto el pulpo de Oberhausen?

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