... y siempre gana el Caracas


Desde hace algún tiempo para acá, específicamente desde el último Clásico Caracas-Táchira, parafraseé el dicho famoso del inglés Gary Lineker, aquel que decía que "el fútbol se juega once contra once y siempre gana Alemania". Sólo que cambiaba a los teutones por los rojos del Ávila. Y mejor adaptado, imposible.

Caracas tiene alguien en el cielo, y puede ser que allí esté su secreto. No es don Guillemo Valentiner, porque la suerte está desde hace unas cuantas temporadas. Quizá habrá sido algún seguidor anónimo que prometió su vida por los títulos. Un pacto con el más allá. Quién sabe, son sólo teorías.

La final del Clausura 2010 puede catalogarse de infarto, de ACV, edema cerebral o de cualquier otro mal clínico que llegue de repente. Con una diferencia ligera de puntos entre los rojos, el Táchira y el Italia, por minutos cada uno de ellos fue campeón en la fecha del domingo. Pero centrémonos en los segundos finales de la justa, los que decretaron la locura.

Caracas empataba con Anzoátegui a uno, luego de un gol del capitalino Giovanni Romero y un derechazo terrible del juvenil Gelmin Rivas, en el estadio Olímpico. El título se le iba de las manos a los de Ceferino Bencomo, ya que el Deportivo Italia estaba venciendo 2-1 al Lara en Barquisimeto. Táchira la había puesto difícil, ya que en los cinco últimos minutos del compromiso marcó dos goles al Centro Ítalo, dejando el duelo 3-1. Un gol más y la celebración era aurinegra, quedándose con el título absoluto.

Pero no contaban con el pundonor del Lara. Jackson Mijares, al 90+2, colocó la paridad y la lápida a las esperanzas del Deportivo Italia para coronarse en el Clausura. Un mísero minuto más y los azules se coronaban. O lo que era mejor: el Caracas no lo hacía.

Son las cosas del fútbol, la alegría y la decepción en una sola moneda, justo al golpe del dedo pulgar.
La última jornada de Venezuela, para muchos, no tuvo nada que envidiarle a las fechas finales de España (Barcelona se coronó campeón con 99 puntos, logrando su segunda liga consecutiva y con el Madrid pisándole los talones) y España (con el Inter obteniendo su quinto scudetto consecutivo y su segundo título de un año en el que pueden hacerse con el triplete o, más aún, con las seis copas del Barcelona del 99).

En la emoción, pueden tener razón: la última jornada de Venezuela fue superior. Pero en el resto de la temporada, en cuanto a transmisiones televisivas, asistencia a los estadios (Italia sucumbió en un Metropolitano casi vacío, así como el Táchira, mientras que Caracas ganó sin llenar el Olímpico), y orden en la federación, todavía estamos a años luz de Europa.

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