Porque el dinero no lo es todo

La distancia entre el Caracas y el Real Madrid no es tan amplia como uno puede pensar. El miércoles fue de pesadilla para ambos equipos, catalogados como los mejores de Venezuela y España, por títulos ganados.
En la Libertadores, Caracas perdió 3-1 con el Flamengo, uno de los poderosos de Brasil, en un Olímpico repleto, hasta las banderas. Dominó como lo hizo en el primer duelo contra la U de Chile (también perdido, pero 1-0), pero no logró marcar. Le sigue pasando factura la pésima repotenciación en la delantera, al confiar en los opacos Zamir Valoyes y Rodrigo Prieto.
Y sigo insistiendo: un equipo que dependa en Rafael Castellín no puede ir lejos. Castellín es un histórico, pero ya no tiene la fuerza y la resolución de antes. Con casi 35 años y que todavía anote (como lo hizo ante el Fla, su 15° en la historia, consolidándose como el máximo anotador venezolano), es mucho pedirle que sea el pilar del equipo.
Más temprano, en la Champions, el Madrid se volvió a despedir de la Liga de Campeones en los octavos de final. Lyon empató a uno en el Santiago Bernabéu, logrando la clasificación gracias al 1-0 de la ida.
La gran diferencia con el Caracas es que el Madrid sí se repotenció. Pero allí es cuando entramos: el dinero no lo es todo.
Cristiano Ronaldo: 95 millones de euros. Kaká, 65. Benzema, Xabi Alonso, Albiol, Arbeloa... 254 millones de euros gastados en total, con el objetivo de levantar la orejona en el Bernabéu. Y nada.
Ninguno de ellos en lo individual (porque nunca piensan en equipo) pudo lograr la remontada y volvieron a fracasar, esta vez en proporciones bíblicas.
Manuel Pellegrini no ha logrado asimilar al equipo como un bloque, y continúa siendo un conjunto de individualidades que brilla sólo cuando una individualidad mayor (Cristiano, Kaká, Guti o Higuaín cuando aparece) explota.
Los dos grandes rodaron. Uno más estrepitoso que el otro. Es un varapalo, para el Caracas, contra la desorganización, y para el Madrid, contra la política del billetazo.

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