Es terrible comenzar el 2010 con una noticia como la del atentado contra la selección de Togo poco antes de iniciar la Copa de África 2010. Lo que tenía que ser una fiesta del fútbol, un preludio del Mundial de Suráfrica, se convirtió en la madre del miedo y la especulación.
Mi posición es esta: esto puede suceder en cualquier lugar. Debemos quitarnos de la mente la imagen de que África es una selva con monos, en la que sólo hay caníbales y leones. Atentados ocurrieron en Alemania y Estados Unidos (Múnich y Atlanta) y, sin embargo, siempre se realizan eventos.
Además, Angola no es Suráfrica. Para el que la conozca (no es mi caso, pero es cuestión de leer un poco), Suráfrica está por encima de muchos países en África, en desarrollo, economía y seguridad.
Muchos, incluyendo suramericanos, salieron quejándose de los problemas de seguridad luego de la publicación de la información. Pero es una visión eurocentrista, esa que todavía le pide a Dios que los Juegos Olímpicos de Río y el Mundial de Brasil tenga un problema igual o peor. Porque, en su mente, tanto africanos como suramericanos somos inferiores.
¿Acaso Angola no puede sufrir lo mismo que ya sufrieron Estados Unidos (Atlanta 96) o Alemania (Múnich 72)? ¿O es que son más válidos los atentados contra civiles que contra deportistas? Porque al parecer nadie se acuerda de que el ataque a las Torres gemelas ocurrió en la segurísima Nueva York, o que la explosión de la estación de Atocha sucedió en la avanzadísima Madrid, o Londres. Por favor, como en Angola, como en cualquier parte del mundo.
Ahora, claro que se puede criticar que la organización, pasadas cinco horas del ataque, no haya sentado una posición única siquiera en su página web. O que lo primero que haya dicho es que no ocurrió el ataque, sino que explotaron unos cauchos. Ésos son errores intolerables. Pero que ocurriera el ataque le pudo pasar a cualquier país.
Mi posición es esta: esto puede suceder en cualquier lugar. Debemos quitarnos de la mente la imagen de que África es una selva con monos, en la que sólo hay caníbales y leones. Atentados ocurrieron en Alemania y Estados Unidos (Múnich y Atlanta) y, sin embargo, siempre se realizan eventos.
Además, Angola no es Suráfrica. Para el que la conozca (no es mi caso, pero es cuestión de leer un poco), Suráfrica está por encima de muchos países en África, en desarrollo, economía y seguridad.
Muchos, incluyendo suramericanos, salieron quejándose de los problemas de seguridad luego de la publicación de la información. Pero es una visión eurocentrista, esa que todavía le pide a Dios que los Juegos Olímpicos de Río y el Mundial de Brasil tenga un problema igual o peor. Porque, en su mente, tanto africanos como suramericanos somos inferiores.
¿Acaso Angola no puede sufrir lo mismo que ya sufrieron Estados Unidos (Atlanta 96) o Alemania (Múnich 72)? ¿O es que son más válidos los atentados contra civiles que contra deportistas? Porque al parecer nadie se acuerda de que el ataque a las Torres gemelas ocurrió en la segurísima Nueva York, o que la explosión de la estación de Atocha sucedió en la avanzadísima Madrid, o Londres. Por favor, como en Angola, como en cualquier parte del mundo.
Ahora, claro que se puede criticar que la organización, pasadas cinco horas del ataque, no haya sentado una posición única siquiera en su página web. O que lo primero que haya dicho es que no ocurrió el ataque, sino que explotaron unos cauchos. Ésos son errores intolerables. Pero que ocurriera el ataque le pudo pasar a cualquier país.
Es bien cierto lo que dices Humberto, así como ocurrió en Angola pudo suceder en cualqioer otro país... con la única excepción de que tanto Alemania como los EE.UU. no sufrían guerras intestinas dentro de sus fronteras durante la realización de esos juegos.
ResponderEliminarCreo que el error fue de la FIFA, al haberle dado la sede a Angola, país donde una guerrilla quiere tomar el control del país, ese hecho de por sí solo aumenta el riesgo de un ataque durante el campeonato.
Pues bien, el error está hecho, ahora a respaldar a Angola y a rezar para que no se repita un nuevo ataque que enlute al fútbol mundial y a la gran familia africana.