Delirio de bronce: así recibieron a Yoel Finol en El Vigía

El peleador y su madre. Foto de Andrés Caridad para @diariopanorama
Mary Sorani Finol estaba firme, incrédula, en el hangar principal de la Base Aérea Táctica de Avanzada de El Vigía. Hace diez años despedía con temor, cada tarde, a su muchacho cuando tomaba la buseta al gimnasio del sector Buenos Aires para ir a entrenar.

Hoy, con 19 años, su pequeño Yoel Finol llegó como un héroe a casa. En su cuello colgaba la medalla de bronce del boxeo en los Juegos Olímpicos de Río 2016. Le estampó un beso en los labios. “Mamá, bendición”, fue lo primero que le musitó. “Le dije que le traería una medalla, lástima que no fue de oro, pero aquí está”.

“Esta medalla es para 30 millones de venezolanos, para mi mamá, para mi padre que falleció (es su abuelo, el cañadero Segundo Finol), para mi cuñado y mi hermana que están en el cielo”, recalcó el joven púgil, recordando al malogrado Edwin ‘El Inca’ Valero y su hermana, Jennifer Carolina.

El pegador vigiense fue recibido por más de un millar de paisanos, en medio de un delirio total. Desde la base aérea hasta su hogar, en el barrio San Isidro, recorriendo las avenidas Páez y 15, el pueblo de la caliente localidad merideña llenó de amor a su héroe.

“Yoel, eres nuestro campeón”, decían las pancartas. “¡Yoel, Yoel!”, se repetían por cientos, por miles los gritos. Los más afortunados se sacaban su selfi con el púgil. Los menos, al menos tenían su saludo lejano. 

Finol y el ministro Maldonado. Foto Humberto Perozo para @diariopanorama

Montado en un camión adornado con su imagen rematada con las palabras ¡Orgullo merideño!, Finol estuvo acompañado por su familia, incluyendo sus sobrinos, los hijos de ‘El Inca’ y Jennifer Carolina. También estaba con él el ministro del Poder Popular para el Deporte, Melvin Maldonado. Las sonrisas no escasearon, a pesar de las horas de vuelo desde Río de Janeiro a Caracas y de la capital venezolana a El Vigía.

Más de un centenar de motorizados —en El Vigía es casi una ley de vida tener una moto para trasladarse— hizo de legión para Finol. El ruido, el humo, el calor no hicieron sino elevar el entusiasmo entre los fanáticos. Las cornetas sonaban al ritmo del reggaeton que encabezaba la caravana. “Aquí está nuestro héroe”, repetía el animador.

El río de motos con banderas e imágenes del pegador pasó por carretera, aceras y jardineras. Solo se salvaron los techos de las casas.

Finol en las calles de El Vigía. Foto Humberto Perozo para @diariopanorama

Finol trajo al país una de las tres medallas conquistadas en Río, junto con las de la atleta Yulimar Rojas (plata) y la ciclista de BMX Stefany Hernández (bronce). Es la cosecha más alta desde la de Los Ángeles 1984 (tres de bronce) y él es el más joven medallista olímpico venezolano, con 19 años.

Impetuoso, seguro de sí mismo, irreverente, Finol llegó con la chaqueta tricolor de la delegación criolla y con una gorra vinotinto de la selección de béisbol, con visera plana, como reza la moda actual. Una coleta amarilla salía de la parte posterior de la cachucha. Previendo el calor, cambió su chaqueta por una camiseta blanca con su imagen.

“Estamos seguros que en Tokio 2020 superaremos nuestra cosecha. Nosotros lo dimos todo para dejar en alto el nombre de nuestro país, nuestra bandera. Me siento orgulloso de todos mis compañeros”, repitió Finol.

La casa del boxeador en El Vigía. Foto Humberto Perozo para @diariopanorama

Tras casi dos horas de caravana que llenaron de lágrimas los ojos del muchacho de El Vigía, el camión arribó a la cuadra de su casa. En la esquina le esperaba un ensogado en el que estaba su retrato y el de su cuñado, ‘El Inca’, siempre querido por su gente. Bañados en ron, los Finol fueron llevados en andas a su casa, la signada con el 9-46 de San Isidro.

Pintada de rosado en el exterior y el interior, Mary Sorani fue cargada por Yoel hasta el interior del hogar. Ya no se repetiría la escena de la ida del pequeñín al gimnasio de Buenos Aires. Hoy, Yoelito estaría en casa.

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