Los dirigidos por el seleccionador Joachim Löw alcanzaron, así, el tetracampeonato, igualando a Italia en la lista y quedando a una copa de la humillada selección brasileña.
En la tercera final disputada entre ambos (1986 para Argentina por 3-2, 1990 para Alemania 1-0), la “Mannschaft” triunfó.
La albiceleste, combativa, guerrera, vendió cara su derrota en el legendario estadio Maracaná, de Río de Janeiro. Ya había llegado muy lejos, por encima del local y rival eterno, Brasil: quería levantar el trofeo en el templo del balompié amazónico. Pero se cruzó una máquina de hacer fútbol vestida de blanco y con tecnología germana.
Contó con ocasiones la selección suramericana. Salieron presionando en el inicio, cediendo la pelota a los europeos, atacando con contragolpes, con un Lionel Messi encendido. Pero Gonzalo Higuaín fue el villano: tuvo el gol al 21, tras una mala cesión de cabeza de Toni Kroos al delantero del Nápoles, pero su remate, solo ante Manuel Neuer, se fue desviado.
Era la más clara, la más dolorosa en perder.
Al 30, reventó Higuaín: había marcado un golazo... pero el árbitro Nicola Rizzoli lo anuló por un claro fuera de juego.
Bastian Schweinsteiger, el todo terreno, eje de la rueda alemana, dominaba desde el medio sector, distribuyendo balones y cortando juego para la albiceleste. En el duelo de volantes con Javier Mascherano, terminó ganando, pero por poco.
El ingreso de André Schürrle, al 31 tras la lesión de Christoph Kramer, le inyectó mayor dosis de ofensiva a los germanos. Toni Kroos y Mesut Özil, más liberados y mejor acompañados, intentaron perjudicar a Sergio Romero, pero sin resultados.
Benedikt Höwedes, sufridor por la banda defensiva izquierda, estrelló en el poste una pelota con un cabezazo, al 45+1’ a la salida de un córner. Temblaba la albiceleste.
En el comienzo de la segunda parte, Sabella decidió sacar a Ezequiel Lavezzi, más volante, para darle entrada a Sergio Agüero, delantero voraz, pero con problemas físicos.
Miroslav Klose -que terminó, a los 36 años, su paso por los mundiales en la cima de goleadores, con 16- Özil y Schürrle chocaron contra la defensa argentina y su líder, el arquero Romero.
Messi, solitario en los contragolpes, tuvo una nítida oportunidad al 75. El cuatro veces “Balón de Oro” hizo una de las suyas: internada por la derecha con rumbo al centro y zurdazo potente, pero la pelota se fue desviada. Diluído, no logró generar más peligro a lo largo del duelo.
Al 88, el ingreso de Götze buscaba la sentencia final. El atacante de 22 años del Bayern Múnich le daría la gloria a los alemanes.
El tiempo extra esperaba. Argentina, que venía de eliminar a Holanda en penales, estaba extenuada. Pero la gasolina parecía completa en el tanque alemán: Schürrle subió por la izquierda y lanzó el centro a Götze, que bajó la pelota con el pecho ante la desatención defensiva de Martín Demichelis y remató cruzado, ante la salida de Romero, para el 1-0 al minuto 113.
Golpeados en el ánimo, no bajaron los brazos los albicelestes. Hasta el minuto 120+3 mantuvieron la fe en un tiro libre de Messi... pero el zurdazo del crack se fue por encima del arco. La victoria era alemana.
Los germanos sumaron su cuarto título, tras los obtenidos en Suiza 1954, Alemania 1974 e Italia 1990. Y se convirtieron en los nuevos conquistadores del Sur, devolviéndole la afrenta a Brasil, que había ganado el Mundial de 1958 en Suecia.
La historia se rinde a los nuevos maestros.
ALEMANIA (1): Neuer; Lahm, Boateng, Hummels, Höwedes; Kramer (Schürrle, 32), Schweinsteiger, Kroos; Müller, Klose (Götze, 88), Özil (Mertesacker, 120). DT: Joachim Löw.
ARGENTINA (0): Romero; Zabaleta, Demichelis, Garay, Rojo; Biglia, Mascherano; Lavezzi, Pérez; Messi, Higuaín. DT: Alejandro Sabella.
ÁRBITRO: Nicola Rizzoli (ITA)
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