El último rugido de la "Pantera"

“Llegó a las canchas corriendo como solo puede correr alguien que huye de la policía o de la miseria que le muerde los talones (...) Eusebio: altas piernas, brazos caídos, mirada triste”.  Así lo describió el uruguayo Eduardo Galeano en su legendaria obra El fútbol a sol y sombra.



El hombre al que apodaban “La Pantera”, el aniquilador del gol, maestro en el área y fuera de ella, dejó de existir el 5 de enero, físicamente. Dio un paso a la posteridad. Eusebio da Silva Ferreira, goleador del Mundial de Inglaterra 1966, en el que dejó a Portugal como tercero en el torneo, asombrando al planeta fútbol, falleció en Lisboa de un paro cardiorrespiratorio, a los 71 años.

Icono de la selección lusitana y del club Benfica, con el que ganó  dos copas de Europa  (1961 y 1962), Balón de Oro en 1965 y Bota de Oro en 1966 y 1973,  Eusebio nació en 1942 en el África Oriental Portuguesa, hoy Mozambique. Era un delantero potente, conocido por su velocidad, don de ubicación y contundencia en el remate.

“Fui el mejor jugador del mundo, el máximo goleador de Europa, lo hice todo salvo ganar un Mundial”, señaló en una entrevista.

Huérfano de padre a los ocho años, le ganó el duelo a la pobreza gracias al fútbol. Luego de debutar en el Grupo Desportivo de Lourenco Marques, equipo de su ciudad natal, comenzó su carrera en el Benfica de la metrópolis los 18 años. Con el conjunto del Águila dorada ganó 10 ligas y cinco copas de Portugal, amén de las dos copas de Europa.

El Mundial de Inglaterra 1966  le dio resonancia planetaria. Allí anotó nueve goles, terminando como líder anotador, llevando al combinado luso a las semifinales, donde cayó 2-1 con la selección local, a la postre campeona, anotando “La Pantera” el gol del descuento, al 82.

Dos partidos suyos en la Copa del 66 son inolvidables: el primero ante el Brasil de Pelé, en la fase de grupos, en el que eliminaron al bicampeón mundial, destrozando también al “Rey” con una marca brutal. Eusebio anotó en par de oportunidades.

El otro duelo en el que brilló fue contra Corea del Norte, en cuartos de final. Los asiáticos, que previamente eliminaron a Italia, se adelantaron 3-0. No contaban con la reacción del atacante mozambiqueño, que clavó cuatro tantos para llevar a la victoria a Portugal (redondeó la cifra José Augusto).

Tras su paso por el Benfica, golpeado por las lesiones,  dio muestras esporádicas de su clase por el Boston Minutemen, Monterrey, Toronto Metros-Croatia, Beira Mar y Las Vegas Quicksilver.  Se convirtió en embajador del fútbol portugués  hasta su muerte, el 5 de enero.

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