Fernando Amorebieta es el del centro, acompañado por su madre y sus hermanos. Cortesía María Mardaras |
Hoy, Fernando Amorebieta Mardaras es una torre de 1,92
metros, uno de los defensores más temidos en España y buena parte de Europa. Un
tipo que mete miedo.
“Vivíamos en Orlando, Florida, y le ofrecieron un trabajo a
mi exmarido, entonces mi marido, el padre de la criatura, en Magefesa”. La
palabra es de María Pilar Mardaras, madre del recio zaguero vinotinto, en una conversación
con PANORAMA, vía telefónica desde Bilbao. “Llegamos a Cantaura, estado
Anzoátegui, estando embarazada de mi primer niño. Nos fuimos a vivir allá y nos
quedamos allí”.
María Pilar estaba casada con Víctor Amorebieta. Llegaron,
vía Maiquetía, hacia Cantaura, en 1981. En aquel entonces, la pequeña población
ubicada en el centro del estado Anzoátegui no contaba con más de 30 mil
personas.
Víctor jugaba pelota vasca en Orlando y en Tallahassee, en
el norteamericano estado de Florida. Le ofrecieron trabajo como distribuidor de
productos de cocina en Venezuela. Aceptó.
“Allá no siguió jugando pelota vasca”, recordó María Pilar. Su
primer hijo, Jon Kepa, nació poco después de llegado a Venezuela en el hospital
local. Mientras, ella ayudaba a Víctor repartiendo productos de Magefesa y atendiendo el hogar.
Cuatro años más tarde, le tocaría abrir los ojos a Fernando,
el segundo del matrimonio. “Era un bebé guapete, tenía muchos rizos, era
rubito, rubito. Era muy alegre”.
La vida transcurría con relativa calma en Cantaura. “El
clima muy bueno, me gustó mucho el clima, y la gente era muy maja allí.
Teníamos buenos vecinos (…) Vivíamos cerca de la avenida Simón Bolívar. Era un
chalecito”.
Fernando es el de la izquierda, con sus hermanos Jon Kepa y Ana, y su madre María. Cortesía María Mardaras |
“Tuve los tres hijos allí y me vine sola para acá”. La
aventura en Venezuela duró seis años. Regresaría al País Vasco, donde se
establecieron en Iurreta.
“Desde niño jugaba
fútbol. En el colegio donde estuvo, en Iurreta, jugaba de portero”, rememora
María Pilar, con voz cantarina, alegre. “Después lo cambiaron a ser jugador,
accedió y se puso a jugar, tenía seis-siete años. Tenía mucha vista para las
jugadas, jugaba muy bien. Vino un ojeador, le vio y lo llevó a la cantera de
Lezama. Le tomaron con 10-11 años, y hasta ahora”.
María Pilar y Víctor se divorciaron hace 20 años. Hoy, ella
vive en Bilbao con sus tres hijos, mientras que el antiguo pelotari lo hace en
Eibar. Tiene otro hijo, producto de otra relación.
Con el paso del tiempo, el pequeño Fernando fue creciendo de
la mano de María Pilar. Hoy es un gigante que está a tiro de hacer historia con
el Athletic de Bilbao, donde disputará, mañana, la final de la Europa League
contra el Atlético de Madrid.
Para su madre, Amorebieta es “bastante alegre, con su manera
de vivir. Con 27 años, como todos los chicos de hoy día. Muy humilde, se
acuerda mucho de sus padres, es muy atento con su hermana y su hermano. Muy
familiar”.
No olvida su origen venezolano y el tiempo que vivió en el
que fue su país por seis años. “Ya me gustaría que me invitaran a Venezuela
otra vez, para volver a ver Cantaura, ver cómo va todo”.
Quien quita que lo haga para gritar algún gol de la
Vinotinto. Como el del 11 de octubre de 2011 contra Argentina, cuando su
muchacho, con un gol, terminó de ganarse el corazón de todo un país. Esa
Venezuela que mañana sentirá, como una batalla propia, la final del Athletic
del “rubito” Amorebieta contra el Atlético.
En 2008 comenzaron los contactos entre la Federación
Venezolana de Fútbol, con el seleccionador César Farías como principal motor, y
el jugador del Athletic de Bilbao, que disputó partidos con las selecciones
juveniles de España.
Primero hubo dudas, presiones por parte de directivos y
entrenadores del club vasco: no les convenían los agotadores viajes entre
Suramérica y España. Pero luego, Fernando pudo decidir en paz. Y se decantó por
la Vinotinto.
“Para él siempre era una alternativa buena. Tenía mucha
ilusión por ir con Venezuela”, afirmó a PANORAMA Jon Kepa Amorebieta, hermano
mayor del defensor. “Nosotros le apoyamos en todo. Le gustaba la opción, lo
apoyamos y bien, estábamos con él. Igual no lo habían llamado con España, no le
dieron la opción”.
Recalca la palabra su madre, María Pilar: “En su día se le
dijo que si la selección española no le llamaba, que hiciera como él pensara,
lo mejor. Decidió y estuvimos conformes. La verdad es así”.
En su retina quedó la imagen del cabezazo y el gol contra
Argentina en Puerto La Cruz, el histórico 1-0 por las eliminatorias a Brasil
2014.
“Lo vi en la tele, no fui a Venezuela, me hubiese gustado ir
a verlo”, señala Jon Kepa. “La verdad sea dicha, fue bastante impactante.
Venezuela no ha tenido muchas opciones para estar allí arriba, por lo que yo conozco.
Para Fernando ha sido muy impactante por el ambiente, por el gol. Ganarle a
Argentina ha sido para vosotros muy ilusionante, a mí me llenó mucho, me
impactó mucho”.
María Pilar no lo vio en vivo, pero sí por Youtube. Y no una
vez: cientas. “Le ha quedado bastante marcado el gol. Recuerdo que una vez
llegó a Madrid y le saludaban, le decían ‘venezolano, venezolano”.
Para Jon Kepa también es
motivo de orgullo que su hermano menor pueda ser la “pesadilla” del
mejor jugador del mundo: Lionel Messi. Tanto contra la selección argentina como
en los partidos contra el Barcelona, a Fernando “se le ha dado muy bien contra
Messi, siempre. Es un gran jugador, pero (Fernando) le tiene cogida la medida”.
“Está muy protegido, muy ilusionado, muy contento”, remacha
Jon Kepa. “Solo queríamos lo mejor para él, y la gente (en Venezuela) está muy
contenta. Es lo importante. Si mi hermano les puede aportar todo, y más, es
importante”.
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