Al caballero merideño, muchacho de los Andes venezolanos, nunca le cayó mal el calor del trópico. Por el contrario: Maracaibo fue el trampolín a la gloria de Ruberth Morán. Retirado del fútbol, por la desgracia de haber nacido con unas rodillas de “cristal”, el artillero, de 35 años, tiene a la tierra del sol amada en su mente. En la capital del Zulia la victoria llegó rendida a sus pies.
“En Maracaibo aprendí a vivir solo, a ser más profesional. En Maracaibo aprendí a ganar, tanto con el Atlético Zulia como con el Unión”, evocaba, el día después de su despedida de las canchas, a PANORAMA, vía telefónica desde Mérida.
Ruberth vistió las camisetas de los dos cuadros campeones de la capital del Lago, el Atlético Zulia y el Unión Atlético Maracaibo. Con el “Equipo gallo” se hizo de la justa 1997-98 (torneos Apertura 1996 y 1997), y con el bicolor ganó el torneo Clausura 2003.
“Atlético Zulia estaba apuntalado a hacer cosas grandes, y en él se constituyó la base de la selección venezolana futura. Fue uno de los equipos mejor conformados”, señalaba Morán, sobre el cuadro de los Gabriel Urdaneta, Juan García, Carlos García y compañía.
En su memoria queda fresca, además, la final de ida y vuelta contra Estudiantes de Mérida, el equipo de su corazón, en la temporada 1997-98. Morán anotó el 1-0 en Mérida y el 4-0 en Maracaibo, ante un repleto “Pachencho” Romero.
Lamentablemente, fue el último gol de la institución: al año siguiente se disolvería en el tiempo, por razones económicas: “Estuve en la vida y en la muerte del equipo”.
Entre el 2003 y el 2004 regresó al Zulia, pero vestido de azul y rojo, con el Unión Atlético Maracaibo. “Era una etapa distinta, ya tenía recorrido con la selección, mayor madurez y experiencia. La intención era hacer crecer al club como tal, que luego pasó a ser el poderoso Unión que vivió durante un tiempo, y que hoy está luchando como humilde”, señaló.
Con el Atlético, Morán marcó 23 dianas; con Unión, 15.
Pero para Ruberth, Maracaibo no sólo fue una “ciudad bendita” a nivel de clubes: vestido de vinotinto también tuvo episodios heroicos. El 2-0 sobre Uruguay en el 2001, el primero de los grandes triunfos de la era de Richard Páez, y las dos dianas de la derrota 5-2 ante Brasil, en el 2004.
El choque contra Uruguay fue el de su resurrección. “Venía de ocho meses sin jugar por una lesión y entré como titular. La gente criticaba que yo estuviese en el equipo y ese día, apenas a los siete minutos, estrellaba una pelota en el palo, luego de un pase de (Juan) Arango”. Anotaría al minuto 52.
Los goles contra los amazónicos no los cantó. “No tenía nada qué celebrar. Íbamos perdiendo y sólo recogía el balón para llevarlo a la mitad de la cancha. Después me di cuenta de la magnitud del equipo que teníamos al frente”, con hombres como Ronaldinho, Kaká, Ronaldo...
El sol zuliano, el “Pachencho” Romero y los balones dentro de las redes quedaron en las pupilas de Morán. Serán imposibles de sacarlos.
“En Maracaibo aprendí a vivir solo, a ser más profesional. En Maracaibo aprendí a ganar, tanto con el Atlético Zulia como con el Unión”, evocaba, el día después de su despedida de las canchas, a PANORAMA, vía telefónica desde Mérida.
Ruberth vistió las camisetas de los dos cuadros campeones de la capital del Lago, el Atlético Zulia y el Unión Atlético Maracaibo. Con el “Equipo gallo” se hizo de la justa 1997-98 (torneos Apertura 1996 y 1997), y con el bicolor ganó el torneo Clausura 2003.
“Atlético Zulia estaba apuntalado a hacer cosas grandes, y en él se constituyó la base de la selección venezolana futura. Fue uno de los equipos mejor conformados”, señalaba Morán, sobre el cuadro de los Gabriel Urdaneta, Juan García, Carlos García y compañía.
En su memoria queda fresca, además, la final de ida y vuelta contra Estudiantes de Mérida, el equipo de su corazón, en la temporada 1997-98. Morán anotó el 1-0 en Mérida y el 4-0 en Maracaibo, ante un repleto “Pachencho” Romero.
Lamentablemente, fue el último gol de la institución: al año siguiente se disolvería en el tiempo, por razones económicas: “Estuve en la vida y en la muerte del equipo”.
Entre el 2003 y el 2004 regresó al Zulia, pero vestido de azul y rojo, con el Unión Atlético Maracaibo. “Era una etapa distinta, ya tenía recorrido con la selección, mayor madurez y experiencia. La intención era hacer crecer al club como tal, que luego pasó a ser el poderoso Unión que vivió durante un tiempo, y que hoy está luchando como humilde”, señaló.
Con el Atlético, Morán marcó 23 dianas; con Unión, 15.
Pero para Ruberth, Maracaibo no sólo fue una “ciudad bendita” a nivel de clubes: vestido de vinotinto también tuvo episodios heroicos. El 2-0 sobre Uruguay en el 2001, el primero de los grandes triunfos de la era de Richard Páez, y las dos dianas de la derrota 5-2 ante Brasil, en el 2004.
El choque contra Uruguay fue el de su resurrección. “Venía de ocho meses sin jugar por una lesión y entré como titular. La gente criticaba que yo estuviese en el equipo y ese día, apenas a los siete minutos, estrellaba una pelota en el palo, luego de un pase de (Juan) Arango”. Anotaría al minuto 52.
Los goles contra los amazónicos no los cantó. “No tenía nada qué celebrar. Íbamos perdiendo y sólo recogía el balón para llevarlo a la mitad de la cancha. Después me di cuenta de la magnitud del equipo que teníamos al frente”, con hombres como Ronaldinho, Kaká, Ronaldo...
El sol zuliano, el “Pachencho” Romero y los balones dentro de las redes quedaron en las pupilas de Morán. Serán imposibles de sacarlos.
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