Equilibrio (sobre el barcelonismo y madridismo en Maracaibo)

"Cuando el buen fútbol ocurre, agradezco el milagro sin que me importe un rábano cuál es el club o el país que me lo ofrece". Galeano.

El palacio de La Zarzuela por el de los Cóndores. La Sagrada Familia por la Basílica de la Chinita. El Park Güell por la Vereda del Lago. La Gran Vía por la avenida 5 de Julio. De pronto, Maracaibo cambió, según el interés, por Madrid o Barcelona.

El maracucho, tan amante de los ganadores, seguidor eterno de los vencedores, ha hecho su feria con la saga de batallas entre Real Madrid y Barcelona. No es raro ver, en estos últimos días, a muchachos de Milagro Norte gritar "Hala Madrid" o un "Visca el Barça" con un perfecto acento de Santa Lucía, que bien podría pasar por el de Astolfo Romero. El azul y rojo (o blaugrana) luchando contra el blanco en los quioscos de buhoneros en Las Playitas y el Callejón de los Pobres, o en las vitrinas de Delicias Norte, Galerías o el Sambil.

Programas de radio con las voces ya harto conocidas de Pep Guardiola o José Mourinho, tapas extraordinarias (o sencillas, dependiendo del interés o el conocimiento) con las figuras de Cristiano Ronaldo y Lionel Messi, canales de televisión analizando las jugadas una y otra vez. Nos hicimos dueños del Barcelona-Real Madrid.

Es algo similar a lo que sucede cada cuatro años en los mundiales de fútbol: a pesar de que nuestra vinotinto no se encuentre, siempre el corazón apunta a cualquier otro color. Por treinta días nos sentimos "más importantes", porque "nuestro equipo" está batallando o triunfando.

Ojo, aquí no critico, sólo describo.  De una forma u otra, todos somos parte de esta comparsa, de esta sana alegría, de este carnaval.

Ahora, a criticar.

La fiesta se desvirtúa y pasa al ridículo cuando nos olvidamos de nuestra realidad: nuestra liga no es la española, nuestro continente no es el de la Champions, y nuestra vida no es la del primer mundo.

Somos venezolanos, tenemos la Copa Libertadores y vivimos en el tercer mundo. Aunque "nos apene" (lo digo entrecomillado, porque hay que estar orgullosos de ser venezolanos y suramericanos. Lo del tercer mundo sí nos debe dar vergüenza).

No le puedo pedir a un maracucho de 20 años, que vio nacer, crecer y morir nombres y colores como los del Atlético Zulia, Nueva Cádiz, Zulianos, Ital Maracaibo, Deportivo Maracaibo, Unión Atlético Maracaibo y Zulia FC, serle fiel a la memoria de alguien que ya no está. Es un trago amargo al que nadie debe estar obligado. Pero tampoco es pasar al otro extremo, de olvidar que lo nuestro también existe.

Muchos de los que hoy caminan contentos con bufandas o camisetas del Barcelona o Madrid, que ofenden y atacan al contrario como si se hubiese metido con su progenitora, sólo por decir "Hala Madrid" o "Visca el Barça", no han pisado siquiera una vez el "Pachencho" Romero. Nunca gritaron un gol de Beraza, Cásseres o Gaby Urdaneta. No depositaron ni un bolívar cuando los fanáticos del Unión pedían para una bolsa de hielo   o un galón de agua para los entrenamientos. Muchísimo menos les preocupa la triste situación del Zulia FC.

Es cuestión de equilibrio, esa palabra tan olvidada por tibia, por no ser ni fría ni caliente. Pero una palabra tan necesaria.

Saber que nuestro corazón puede seguir un color determinado, cualquiera, de otro país, continente o planeta si existiese, porque el fútbol es así, libre; pero recordar que nuestra casa también merece atención. Y que si no la cuidamos nosotros, nadie lo hará.

Hoy, veré la Champions. Después, iré al "Pachencho". A ver cuántos de nosotros nos atrevemos a hacerlo. Aunque sea un sacrificio.