El legado (deportivo) de César Farías

César Farías mejoró el buque que le dejó Richard Páez. Lo hizo más fuerte, añadió algunas refacciones para pelear desde el Atlántico hasta el Pacífico, pero al final no pudo llegar al puerto que todos esperaban: un Mundial de mayores.



El paso del sucrense por la selección resultó, sin duda, positivo. Un avance en la evolución que comenzó el merideño Páez en el 2001. Asumió el mando a su renuncia en el 2007, y un año después comenzó a dejar su huella.

Un equipo de jóvenes valores, con Salomón Rondón, Tomás Rincón y Roberto Rosales, pero con el liderazgo que trae la experiencia de futbolistas como Juan Arango y Oswaldo Vizcarrondo, amén de refuerzos como Fernando Amorebieta y Dani Hernández. En los seis años que estuvo al frente debutaron 74 jugadores, renovando el universo nacional. Generación de relevo, talento de sobra.

“Su mayor legado es el cambio generacional”, afirmó a PANORAMA el exseleccionador Manuel Plasencia, campeón de los Juegos Centroamericanos y del Caribe de 1982. “Pasó de un grupo a otro de jugadores muy jóvenes, que todavía estarán vigentes. Eso se le debe a él. Salomón, Tomás Rincón, Yohandry Orozco. Quizá se excedió en cambios de jugadores por su pasión de quererle dar oportunidad a jugadores jóvenes”.
 
 Supo imponer respeto en el continente. Victorias sobre Brasil (2-0, amistoso en Boston en 2008) y Argentina (1-0, eliminatorias a Brasil en 2011), además del cuarto lugar en la Copa América de 2011 y el Mundial sub 20 de 2009  se convirtieron en la mejor carta de presentación del seleccionador.

“Bajo su mando ganamos a Argentina, ganamos a Brasil, clasificamos a un Mundial juvenil, fuimos cuartos en una Copa América”, señaló Plasencia, hoy técnico de Estudiantes de Mérida. “No son logros que se producen todos los días. Si hacemos un balance de resultados, su paso por la selección fue muy exitoso”.

Quizá la gran dificultad estuvo en establecer una forma de juego determinada. Porque con apelar a la garra o al orden no bastaba. Farías rotó desde el clásico 4-2-2-2 hasta el 4-2-3-1, pasando por un 4-3-3 que no tuvo éxito en el combinado nacional.

“Puso al jugador venezolano en un nivel físico bastante bueno”, reconoce  a este diario Stalin Rivas, habilidoso volante de los 80 y 90. “Toda la vida tuvimos jugadores bien dotados en la técnica, pero se caían al final por falta de físico. Hoy estamos a la altura de otras selecciones.  Pero nunca tuvimos un estilo de juego definido, ese fue el gran fallo. No supimos a qué jugábamos”.

Con él coincide Plasencia: “Él fue muy particular. Es muy difícil hacer un análisis de planteamientos tácticos de Farías, porque fue muy cambiante, muy variable en cuanto a sistema. Nadie pensó a qué podría jugar Venezuela, era muy difícil predecir”.

No poder ir a Brasil 2014, con la ausencia competitiva del organizador, con una generación brillante, es el golpe que faltó y que todos esperaban.

“Prometer ir a un Mundial, donde las posibilidades eran más altas, sin el máximo candidato de siempre, que es Brasil... es un fracaso”, dispara Rivas.

Plasencia es más comprensivo. “¿Que no clasificó al Mundial? Es cierto, es su única deuda. Fue una oportunidad histórica, él lo ofreció. Pero esas cosas pasan”.

Lanzó Farías en su cuenta de twitter @dtcesarfarias: “No invertiré ni un minuto más de mis energías en defender algo que estoy seguro será reconocido en el tiempo”. El futuro  lo juzgará.

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